Entiende tu mente

Luis Muiño
Mónica González
Molo Cebrián

Fragmento

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Por Molo Cebrián

Llevo unos días procrastinando este momento. El de hacer este prólogo. Un texto que va al principio del libro, pero que, paradójicamente, escribimos cuando ya lo hemos terminado. He vuelto a ojear las páginas sobre procrastinación y me he puesto manos a la obra. ¿Conseguirá este libro dejarte alguna idea que te anime a pasar a la acción? Estoy convencido de que sí; como ves, conmigo ha funcionado.

Si te fijas en la portada, verás que el logo de «Entiende tu mente» resume muy bien la esencia de este pódcast que ahora tienes en formato libro. No es más que una cabeza con una llave que gira cuando «haces clic». Tú eres quien decide qué hacer con ese clic, con esa frase que puede que te llame la atención en alguna de estas páginas. El mérito de tu progreso es tuyo. Aquí, simplemente, tienes unos aliados que disfrutarán mucho acompañándote en tu crecimiento personal y compartiendo reflexiones que, tal vez —¡ojalá!—, muevan esa llavecita que llevas en el cogote.

Pero claro, ¿y si nunca has escuchado el pódcast? Si eres oyente habitual, nos conoces y sabes lo que hacemos. Pero ¿y si te han regalado este libro por tu cumpleaños, una fecha señalada o porque sí? En ese caso creo que debería contarte, en unas pocas líneas, la historia de este proyecto.

En Entiende tu mente básicamente estamos Luis, Mónica y yo. Digo básicamente, porque a nuestro lado hay un equipo de personas que nos ayuda y participa activamente en todo el proceso. Cada cual tiene su papel. Luis es el psicólogo del equipo. Hay quien le compara con el sabio barbudo que aparece en los cómics de Asterix, Panoramix, y desde luego me parece la mejor comparación posible. Sabe más de lo que sabe y por eso cuida mucho lo que dice. Mónica es la coach. Ella tratará de animarte a que implementes, al fin, esos cambios que te puedan ayudar a enfocar las dificultades de cada día de una manera diferente. Ya sabes, «locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes» (frase que solemos atribuir a Albert Einstein, aunque hace poco leí que no está del todo claro que sea suya). Y luego estoy yo: el estudiante. Tras una vida dedicada a la comunicación (fui locutor de muchas radios musicales), en 2016 decidí dar rienda suelta a mi pasión por la psicología y me matriculé en la carrera. He ido despacito, a medio curso por año. A fecha de publicación de este libro estoy cerca de graduarme. Pienso seguir estudiando, al menos, hasta los ochenta años. Eso sí… al mismo ritmo (despacito).

Sigo con la historia. En 2017 llamé por teléfono a Mónica y a Luis. Ellos aún no se conocían. Les pregunté a ambos lo mismo: «¿Os animáis a grabar un pódcast de psicología?». Por entonces, casi nadie sabía lo que era un pódcast y muy pocos pronunciaban bien la dichosa palabrita (Luis no lo consiguió hasta el capítulo 37). Siempre tuve claro el objetivo de este proyecto y creo que lo hemos conseguido: ponerle nombre a «lo que nos pasa», normalizar «eso que nos pasa» y animar a pedir ayuda cuando «eso que nos pasa», nos supera.

Este ejercicio semanal de veinte minutos de charla, que ya ha superado los 250 capítulos, se ha convertido en el programa de audio más escuchado sobre psicología en español en todo el mundo. Sí, en todo el mundo. Cuando lo escribo me entra vértigo. La comunidad en torno a esta aventura no entiende de acentos, orígenes ni fronteras. Es un espacio donde se busca sumar. Puede que un tema propuesto por una oyente de Colombia le sirva a un oficinista de México para animarse a hablar de forma asertiva con un compañero de trabajo que, hasta ese día, se aprovechaba de su buena fe para que asumiera siempre las tareas más tediosas. Puede que un oyente de Barcelona deje un mensaje donde nos pida hablar de un tipo de fobia y otro de Sevilla llame esa misma tarde a un gabinete psicológico porque ha escuchado que con ayuda puede superar su miedo a conducir (amaxofobia).

Y así ha funcionado hasta ahora esta comunidad, esta familia. Como te decía, nuestras charlas son breves. No profundizamos, tratamos de poner un poco de luz en el camino. Sabemos que la perspectiva de cada cual es única y que no hay «recetas mágicas» ni «fórmulas de la felicidad» que funcionen para todo el mundo. Cada cual va a su ritmo y, si te atoras, si necesitas que te echen una mano, lo suyo es contar con alguien con quien puedas tener una conversación bidireccional y de más de veinte minutos. Nosotros tres nos quedaremos más que satisfechos al saber que nos diste el regalo de permitirnos andar a tu lado durante el primer kilómetro de tu viaje.

No te exagero si te digo que desde que comenzamos el pódcast hemos tenido más de treinta propuestas para publicar un libro como el que ahora tienes en tus manos. Un libro que tratara los temas que más han llegado a nuestro buzón de voz. Al principio no nos parecía que fuera necesario, pero cuando alcanzamos los cinco años de vida y caímos en la cuenta de que llevábamos más de ochenta horas charlando de psicología… decidimos que había llegado el momento. ¡Ya era hora de retomar esas ideas que hemos ido compartiendo con la familia del pódcast, ampliarlas y dejarlas por escrito!

Y mira, al final aquí lo tienes. Ahora te vas a lanzar a leerlo. Sacarás tus propias conclusiones. Serán tuyas. Únicas. Pero quiero animarte a que lo leas con la idea de que tienes en tu cartera el carné de nuestro club: el de las personas imperfectas. El club de la aceptación, donde aprendemos a querernos tal y como somos, como personas que solo hacen una o dos cosas realmente bien y en el resto son «del montón». ¡Y está bien así! Te vamos a animar a revisar el principio socrático de «conócete a ti mismo». Algo que no resulta nada fácil en estos tiempos donde no nos gusta mirarnos a los espejos cuando estamos recién levantados. Donde subimos fotos llenas de filtros a las redes sociales, pero no para mostrar cómo somos, sino para que nos vean los demás como queremos que nos vean y sentir, así, que encajamos en el grupo del que pensamos que debemos formar parte. Si te animas a entenderte mejor y a aceptar que eres una persona normal y del montón (no te imaginas la paz que da eso), sigue leyendo.

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Por Luis Muiño

¿A qué dedicamos más tiempo en nuestra vida? Si hacemos esa pregunta a los que nos rodean, muchas personas nos responderán que, por desgracia, nuestra actividad más demandante es trabajar. Otros, que seguramente no se resignan a que la vida sea puro esfuerzo, aventurarán que, con toda probabilidad, lo que más hacemos es dormir. Habrá quien nos recuerde que también pasamos mucho tiempo con actividades más abstractas, como pensar o sentir. A mí, sin embargo, me gusta siempre reivindicar algo a lo que dedicamos mucho más tiempo de lo que creemos: conversar, ya sea oralmente o por escrito.

Charlar es una actividad humana omnipresente. «El hombre es un ser social cuya inteligencia exige, para excitarse, el rumor de la colmena», decía Ramón y Cajal. Departimos sobre miles de temas cuando estamos de copas con los amigos, intercambiamos opiniones y bromas mientras trabajamos, leemos

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