Martes, 2 de enero
Han pasado doce días desde las elecciones del 21-D y hoy JxCat y ERC hablarán por primera vez de la estrategia que habrá que seguir a partir de ahora. El president acaba de reunirse con los diputados Pere Aragonès y Roger Torrent, hombres de confianza de Oriol Junqueras. También tenía que estar presente la secretaria general republicana, Marta Rovira, pero finalmente participará en la reunión por videoconferencia.
Cada cual hace su análisis de la situación.
Puigdemont arranca diciendo:
—Hemos ganado. Esto saldrá bien, porque finalmente sumamos. Hay una mayoría independentista y debemos aprovecharlo. —Él es partidario de la estrategia del enfrentamiento democrático—. Tenemos que poner al Estado contra las cuerdas. Tenemos que constituir el Parlament y yo he de ser propuesto como president. Si no nos permiten hacerlo así, pues no lo constituimos. Si no nos dejan elegir a quien queramos, lo paramos todo. Hay que utilizar sus reglas del juego para llevarlos al colapso. ¿No quieren aceptar que elijamos un president? Pues nosotros de brazos cruzados. Y, si quieren, que vuelvan a convocar elecciones, porque las ganaremos otra vez. Y así, seguir adelante.
Aragonès y Torrent (y Marta Rovira, que se conecta al poco rato) no comparten del todo su visión. Creen que quizá ahora no es momento de enfrentamientos y le preguntan qué ocurrirá si no puede ser elegido president.
—Es que ahora no es momento de preguntar eso. El Parlament debe poder elegirme president sí o sí. No hay alternativa. Y si es necesario, ya la diremos más adelante.
—Pero ¿cuál sería la alternativa a tu investidura? —le insisten.
Aragonès, Rovira y Torrent escuchan, pero vuelven a preguntarle varias veces cuál sería la alternativa. El president repite que ahora no toca pensar en eso. Los tres dirigentes republicanos insisten en la necesidad de que el gobierno de Cataluña sea efectivo.
«Me dicen que sí, pero solo piensan en las alternativas a mi presidencia. ¿Hemos ganado las elecciones y ahora resulta que no quieren enfrentamiento? Entonces, ¿para qué nos presentamos?», piensa Puigdemont.
—Hay que continuar la batalla, pero jugando con inteligencia —intenta hacerles entender—. No debemos poner a nadie a los pies de los caballos. Nadie más debe ir a la cárcel, pero tenemos que mantener el enfrentamiento.
«¿Por qué no se apuntan? —se pregunta. Finalmente saca una conclusión que no expresará en voz alta—: No se puede crear la república sin enfrentamiento, y ellos no quieren el enfrentamiento. Quizá no pensaban que el independentismo ganaría. Ni eso ni que JxCat obtendría mejor resultado que ERC. No quieren enfrentamiento, y el enfrentamiento es la única herramienta que tenemos.»
La reunión no ha ido bien y sale preocupado.
Martes, 9 de enero
El president Artur Mas ha anunciado esta mañana su renuncia como presidente del PDeCAT. A una semana de que se conozca la sentencia del caso Palau, Mas dice que da «otro paso a un lado». Y lo da precisamente el día en que se cumplen dos años de su dimisión de la presidencia de la Generalitat, cuando la CUP vetó su continuidad.
«No me retiro de la política, pero ahora elijo no estar en primerísima fila», manifiesta en la rueda de prensa que ha convocado, en la que ha aducido dos grandes motivos para justificar su cese: el primero, no ser «un freno» para el proyecto de Junts per Catalunya («Quiero reforzar este proyecto, no debilitarlo», ha dicho). En segundo lugar, ha hecho referencia a su situación judicial: está imputado y será juzgado por el Tribunal Supremo por un presunto delito de sedición y necesita más tiempo para preparar su defensa.
«A Mas siempre lo he sentido muy cerca. Siempre me ha dicho lo que pensaba y nunca me ha sido desleal, nunca», piensa el president Puigdemont.
A pesar de todo lo que le ha supuesto sustituirlo, tiene una buena opinión de su predecesor, piensa con ironía: «Ya ves cómo estoy: solo en Bruselas y con un futuro personal y judicial incierto. El viernes de la declaración de independencia, que Mas tampoco quería que se hiciera como se hizo, fue muy sincero conmigo. “Una vez hecho, ahora no dejes que te detengan. En la cárcel no harás nada y pasarás en ella muchos años”, me dijo entonces. El president Mas veía que su situación política era insostenible y que con el caso Palau le importunarían. Por eso quería dejarlo y optó por una doble presidencia del PDeCAT. Él se mantiene en su sitio para servir, para ser útil. Quería que su capital político pudiera ser aprovechado, pero no quería molestar. A mí me dijo unos días antes que iba a retirarse. Y también sabía que, de esa manera, haciendo un nuevo sacrificio, cargaría con una parte de responsabilidad política por el caso Palau cuando hubiera sentencia. Han sido injustos con Mas.»
Sin embargo, hoy está concentrado en la negociación que mantiene con Marta Rovira, la secretaria general de ERC, que lo visita en secreto en Bruselas. El encuentro tiene lugar en la sala de reuniones de su habitación en el hotel Husa Park, y no están a solas. Otras tres personas son testigos del encuentro: Jami Matamala, Xavier Vendrell y Albert Batet.
Marta Rovira se ha desplazado discretamente, desoyendo los consejos de su abogado, que le ha advertido de que si trascienden las reuniones que celebre con Puigdemont se le puede complicar la defensa en la causa por sedición y rebelión que el juez Llarena mantiene abierta.
El president quiere conseguir una declaración genérica que deje claro públicamente que existe un acuerdo entre las dos fuerzas independentistas mayoritarias y que, a partir del anuncio de ese acuerdo, se empiecen a concretar los términos, que de hecho ya están negociando los grupos parlamentarios. Quiere solemnizar el pacto.
Vendrell es quien más habla, sobre todo de la necesidad de que se visualice la continuidad de la república en Bruselas, de la necesidad de que Puigdemont vuelva a ser investido president y de que se restablezca inmediatamente el govern legítimo y se retire el 155. Batet también se muestra activo, mientras que Matamala apenas interviene. Rovira asiente a menudo.
Todos son conscientes de que deben llegar a acuerdos rápido y, sobre todo, de que la ciudadanía tiene que recibir inputs positivos, porque ya han transcurrido muchos días desde las elecciones. Después de cenar, la conversación se traslada de la mesa a los sofás. Prácticamente hasta la medianoche no llega el acuerdo y, para evitar malentendidos posteriores, deciden dejar constancia de él por escrito. Puigdemont enciende el portátil y empieza a escribir delante de Rovira, Batet, Vendrell y Matamala:
Los grupos parlamentarios de JxCat y ERC han cerrado esta noche el acuerdo que permite el inicio de la legislatura, la elección de la mesa del Parlament que refleje la mayoría independentista surgida de las elecciones y el pleno de investidura de Carles Puigdemont.
Los dos grupos han llegado a un acuerdo que hará posible el mandato popular, restablecer el govern cesado por el artículo 155 y restituir a los catalanes las instituciones injustamente suspendidas por el Estado.
En las elecciones del pasado 21-D, los ciudadanos de Cataluña rechazaron las medidas del presidente Rajoy y sus socios, reafirmaron su confianza en la mayoría parlamentaria y en el gobierno catalán, y enviaron un mandato claro e inequívoco de ratificación del resultado del referéndum del 1-O.
Aunque no está escrito, el acuerdo incluye que el presidente del Parlament será nombrado por ERC, que ni la CUP ni los comunes formarán parte del govern y que las carteras del ejecutivo se repartirán al cincuenta por ciento entre JxCat y ERC.
Asimismo, han decidido que los responsables de comunicación de ambas partes filtrarán el acuerdo a la prensa mañana a primera hora para que tanto Catalunya Ràdio como RAC1 puedan divulgarlo. Los encargados de ello serán Jaume Clotet y Sergi Sol.
Los líderes de las dos formaciones se han comprometido a ponerse a trabajar, en cuanto se haya hecho público el pacto, para llegar a un acuerdo de gobernabilidad a fin de ultimar el programa de gobierno y formar el Consejo Ejecutivo. El acuerdo solo estipula que Puigdemont será president; no menciona más nombres y tampoco qué ocurrirá si la investidura no es posible. Deciden que eso forma parte de las negociaciones que seguirán a partir de ahora.
Después de más de cuatro horas de reunión, parece que la legislatura echa a andar. El ambiente es relajado. Tanto, que Vendrell se atreve a decir incluso que habría que celebrar el acuerdo y pregunta si hay alguna botella de cava en la nevera. No la hay, y como no les parece prudente pedirla al servicio de habitaciones a esas horas, no habrá celebración.
La noche ha sido redonda.
Puigdemont se acuesta contento. Por primera vez desde hace días ve que la situación empieza a tomar la dirección que él quiere. Falta una semana para que se constituya formalmente el nuevo Parlament de Catalunya, y habrá investidura, habrá govern y en Bruselas habrá república. Los detalles de la negociación le preocupan poco. Hoy se ha salvado el primer gran escollo.
Pero la alegría le durará solo unas horas.
Miércoles, 10 de enero
Hoy las principales radios y los periódicos digitales del país han despertado a los catalanes con el anuncio de un acuerdo entre JxCat y ERC. Las tertulias matinales no hablan de otra cosa. Sin embargo, a media mañana, los informativos empiezan a poner en duda la noticia («Fuentes de ERC niegan que haya acuerdo alguno para investir a Puigdemont») y entre las filas republicanas surgen voces, siempre anónimas, que desmienten una posible investidura a distancia: «Los republicanos sostienen que antes deben estudiar la viabilidad de esa investidura telemática», se lee en El País. «ERC niega un pacto para la investidura de Puigdemont», publica El Periódico en su portada digital.
Un jarro de agua fría para Puigdemont.
«A media mañana, ERC nos ha notificado que los juristas tienen que estudiarlo con calma y que no lo diéramos por hecho —reflexiona—. Nos han dicho que es culpa nuestra, porque no hemos cumplido el pacto de no hacerlo público hasta esta mañana. Dicen que Jaume Clotet ignoró lo que habíamos pactado y que lo divulgó anoche. Es indignante, porque lo que hizo Clotet de madrugada fue, sí, avisar a Terribas y a Basté para que lo hicieran circular a partir de esta mañana, que es en lo que habíamos quedado. Si niegan un acuerdo con esa excusa, es porque no se lo creen.»
Decide hablar con Xavier Vendrell para que le corrobore que el acuerdo existía, no vaya a ser que lo haya soñado. Y, como no podía ser de otra manera, Vendrell le da la razón.
Vendrell y Rovira aún están en Bruselas. Ayer viajaron juntos desde Barcelona y también hoy volverán en el mismo vuelo.
«Como en el avión de regreso nos sentaremos al lado, ya hablaré con ella», le ha dicho Vendrell.
Pero Marta Rovira no vuelve a Barcelona en el mismo vuelo. Junto a Vendrell habrá un asiento vacío. Quizá la secretaria general de ERC haya vuelto antes o tal vez lo hará más tarde, la cuestión es que no está.
Puigdemont le envía un mensaje, pero Marta Rovira no contesta. Tardará diez días en hacerlo. Asimismo, a su llegada a Barcelona hace saber a los negociadores de JxCat que a partir de ese momento ella deja de ser interlocutora de ERC en las conversaciones.
Viernes, 19 de enero
No para de recibir visitas en el hotel de Joan Gaspart en Bruselas.
Hoy se ha visto con Camil Ros, el líder de la UGT en Cataluña, y ahora conversa con Jorge Verstrynge.
Verstrynge tiene una trayectoria política muy curiosa. Admirador de Manuel Fraga y fundador de Reforma Democrática, uno de los embriones de lo que sería Alianza Popular, Verstrynge fue diputado por AP de 1982 a 1989 y secretario general de esa formación entre los años 1979 y 1986, y acabó en el grupo mixto del Congreso tras un enfrentamiento con Manuel Fraga. Posteriormente ingresó en el PSOE, y en 2014, con el apoyo público de Pablo Iglesias, se sumó al movimiento de Podemos, en parte gestado en las aulas en las que él impartía clases.
«Es todo un personaje —piensa Puigdemont—. Ha hecho el viaje a la inversa que la mayoría: ha pasado de la derecha más facha a la izquierda, casos como ese hay pocos.»
El president y Jorge Verstrynge conversan un par de horas sobre la actualidad política (Verstrynge le manda saludos de Pablo Iglesias y del lehendakari Urkullu, con quien se ha visto hace poco) y sobre la situación personal de Puigdemont.
«Lo que estás haciendo es el mayor desafío que se ha lanzado jamás al régimen del setenta y ocho —le asegura Verstrynge, quien añade—: ¡Ni se te pase por la cabeza volver!»
Verstrynge cree que el acuerdo entre Cataluña y España es muy muy difícil, y se lo ejemplifica con una anécdota reveladora:
«Cuando yo era el secretario general de AP, quise organizar un congreso del partido en Cataluña pensando que sería una manera de entrar allí políticamente, porque en Cataluña nuestros resultados electorales eran pésimos, y le comenté a Fraga: “Oye, deberíamos hacer el congreso nacional en Barcelona”. ¿Y sabes qué me dijo él? “Ni se te ocurra. Cataluña es tierra conquistada”.»
Domingo, 21 de enero
Son las diez de la noche y, sentado en el sofá del apartamento de Waterloo en el que se ha instalado hace unos días, medita qué debe hacer mañana. Ha estado dándole vueltas todo el día. Y ayer. Y anteayer.
Hace días que ha aceptado la invitación de una universidad de Copenhague (Dinamarca) para participar en un debate titulado «Cataluña y Europa, ¿en una encrucijada para la democracia?».
Es muy consciente de que se la juega. La Fiscalía General del Estado ha solicitado al juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena que reactive la euroorden de extradición que él mismo había retirado el 5 de diciembre pasado, si Puigdemont viaja a la capital de Dinamarca.
Está con Jami Matamala. Han acabado de cenar y están charlando en el sofá. De hecho, más que charlar, Matamala se limita a escuchar las reflexiones de su amigo. No lo tiene claro. Toda la prensa da por hecho que el presidente catalán estará mañana en Copenhague, pero él duda. ¿Y si activan la euroorden? ¿Y si lo detienen? ¿Y si…?
Al cabo de dos horas, a las doce en punto, Matamala lo apremia:
—Carles, tendríamos que decidir algo, porque el vuelo sale a las seis de la mañana de Charleroi y, si queremos llegar a tiempo, tendríamos que levantarnos en poco más de cuatro horas.
Durante todo el día, Puigdemont no ha parado de recibir mensajes de amigos y conocidos que le recomiendan que no vaya. Incluso el abogado belga Paul Bekaert le dice que es mejor que no se vaya. Pero en el otro plato de la balanza está la opinión de un gabinete de abogados daneses especializados en este tipo de casos, que relativizan su situación: «Si llega una euroorden de detención, es muy poco probable que acabe en extradición», le han dicho. Como mucho, se producirá una detención técnica y tendrá que declarar ante un juez, pero es muy difícil que lo extraditen.
Según los abogados daneses, sería una situación muy similar a la que ya ha vivido con la justicia belga. Es lo mismo que le ha dicho Gonzalo Boye.
—¿Qué hago? —se pregunta en voz alta.
—No lo sé —responde prudentemente Matamala—. Yo creo que no has venido a Bruselas a no hacer nada; has venido a hacer política y a poner a España contra las cuerdas en Europa. Pero, por otro lado, reconozco que la decisión es muy dura. Desde mi situación es muy fácil aconsejarte que vayas. Yo no me juego nada.
Hasta que, a las doce y media, Puigdemont se levanta y dice:
—Vamos. No se hable más.
Esta noche apenas dormirá, ya que a las cuatro en punto, con la sensación de que acaba de cerrar los ojos, le suena el despertador.
Lunes, 22 de enero
«La sombra de Franco es alargada», explica a los estudiantes de la Universidad de Copenhague. La sala está a rebosar y Puigdemont en plena forma. «Si los catalanes, después de haber votado el 21-D, no pueden elegir libremente a su gobierno, significa que en España no hay democracia y que votar es inútil», les dice.
Esta mañana, el flamante presidente del Parlament de Catalunya, Roger Torrent, ha propuesto a Puigdemont como único candidato a la investidura.
Está tranquilo. Hace un rato, cuando estaba reunido en el despacho de unos abogados, se ha sabido que el juez Pablo Llarena ha descartado activar la orden de extradición pese a la petición del fiscal general del Estado. Si Llarena no reactiva la euroorden se confirma que finalmente puede moverse con libertad por Europa, a excepción, por supuesto, del Estado español, donde la orden de busca y captura sigue activa.
En la universidad, situado detrás de un cartel que lo presenta como el 130.º president de la Generalitat de Catalunya y ante más de doscientos cincuenta estudiantes (muchos tienen que seguir la conversación desde fuera de la sala, sentados en el suelo), hace una intervención contundente: «No nos rendiremos. Queremos convertirnos en una Dinamarca del sur». Mientras que en España ningún miembro del gobierno de Rajoy ha aceptado el resultado de las elecciones, Copenhague, les recuerda, respeta el derecho de autodeterminación de dos de sus territorios: Groenlandia y las islas Feroe. En cuanto a su persecución judicial, sentencia: «Esto no es justicia, es venganza».
Dos de los profesores ponentes que han participado en el acto se han mostrado críticos con su gestión. El profesor de Ciencias políticas Christian Rostboll lo ha tildado de populista, y la profesora Marlene Wind ha insinuado que Vladímir Putin está contento con el procés catalán. Puigdemont le ha respondido irónicamente que ese hipotético vínculo entre Putin y el procés surge de determinados medios de comunicación. «Por favor, más seriedad», ha reclamado a Wind, lo que ha arrancado aplausos entre el público.
Más tarde se reunirá con una delegación de diputados del Parlamento danés.
La cobertura mediática de la conferencia y su encuentro con diputados daneses es espectacular. Esta noche volverá a Bélgica muy contento y habiendo decidido que aceptará las dos propuestas que ha recibido para desplazarse a Ginebra, la capital suiza, donde lo han invitado a un festival de cine sobre derechos humanos y a dar una conferencia en un centro de estudios.
Los abogados suizos a los que ha consultado piensan que el gobierno suizo no lo extraditará. En primer lugar, porque Suiza no es miembro de la UE y allí la euroorden no tiene ninguna validez, y, en segundo lugar, porque el gobierno suizo no extradita a nadie por presuntos delitos políticos. Le hablan de un posible asilo político, pero él quiere quedarse en Bélgica.
«La vía de irme a Suiza siempre está ahí, pero yo ahora me he comprometido con la justicia belga y me quedaré aquí», comenta.
Cuando se le pregunta sobre la nueva provocación que supondrá para España su futuro desplazamiento a Suiza, responde taxativo: «He venido a hacer eso, ¿no? Los dejaré en evidencia siempre que pueda».
Cuando, pasada la medianoche, está de nuevo en los apartamentos de Waterloo, recuerda la inquietud de ayer y sonríe.
«El juez Llarena no se ha atrevido a reactivar la euroorden por miedo a fracasar de nuevo. Tienen los pies de barro, y eso nos demuestra que desde Europa se pueden hacer muchas cosas.»
Empezaron a planear el viaje hace quince días, tomando todas las precauciones posibles. Para no dejar ningún rastro, compraron los billetes de Ryanair con la tarjeta de un ciudadano catalán que vive en Bélgica desde hace años y les ha ofrecido su ayuda. Pero al día siguiente, el titular de la tarjeta recibió la llamada de un redactor del periódico El Mundo, que le preguntó por qué se había hecho cargo de los billetes.
«Esta es la prueba de lo que ya sospechábamos. Las aerolíneas, tanto Ryanair como Vueling, pasan datos privados a la policía española, y la policía se los pasa a los periódicos, que se encargan de hacer saber a quienes nos ayudan que están bajo sospecha. Intentan asustarlos», se lamenta, resignado.
«¿Qué privacidad es esta, si pagas un billete de avión con una tarjeta y al día siguiente te llama un periodista?»
Martes, 23 de enero
«He transmitido al president que necesitamos un govern que pueda trabajar desde el minuto uno para recuperar las instituciones. Necesitamos expulsar el 155», acaba de declarar públicamente el presidente del Parlament, Roger Torrent, que hoy se ha desplazado a Bélgica para reunirse con el president Puigdemont y los cuatro consellers en el exilio.
Sin embargo, el encuentro ha sido rocambolesco. No ha podido celebrarse en la delegación del gobierno catalán en Bruselas porque el ejecutivo español, amparándose en el 155, ha obligado a cerrarla: «No tendría ningún sentido que unos huidos de la justicia se reunieran en un local público pagado con dinero público», han justificado fuentes del gobierno español a los medios de comunicación. A las once de la mañana, el gobierno de Madrid ha enviado un burofax a los trabajadores de la delegación catalana para notificarles la instrucción de irse a casa «hasta nueva orden».
El gobierno español había cerrado con anterioridad todas las demás delegaciones catalanas en el exterior. La de Bruselas era la única que quedaba abierta, pese a que su delegado, Amadeu Altafaj, había sido destituido.
No obstante, los despropósitos no acaban aquí: el gobierno de Madrid ha advertido públicamente a Roger Torrent de que los gastos que genere este viaje podrían ser considerados un delito de malversación de fondos públicos. Por eso la Presidencia del Parlament ha hecho saber a los medios de comunicación que Torrent se ha pagado el viaje de su bolsillo.
Ante la presión del gobierno español, el encuentro finalmente se ha celebrado en la sede de la Alianza Libre Europea, el partido europeo al cual pertenece ERC.
«Es una vergüenza cómo hemos tenido que celebrar la reunión», exclama Puigdemont, que era partidario de que, de todos modos, la reunión tuviera lugar en la sede del gobierno catalán en la capital europea.
«Ya hace siete días que Roger Torrent es presidente del Parlament y viene a visitarme porque lo hemos forzado a hacerlo. Además, no podemos reunirnos en la sede oficial de mi gobierno y dice que paga los gastos de su bolsillo. Pero ¿qué imagen estamos dando?»
«A mí me parecía que lo primero que debía hacer el presidente del nuevo Parlament era venir a Bruselas a visitar al president de la Generalitat. Al president y a los exiliados, pero sobre todo al president, ya que, como segunda autoridad del país, debía realizar un acto de reconocimiento a la primera. Pero no. He tenido que forzarlo.»
Se ha visto obligado a hacerlo a través de Xavier Vendrell. «Le dije que me parecía grave, gravísimo.» Hace días que se refiere a Xavier Vendrell como la persona que más esfuerzos está haciendo para intentar tender puentes entre él y ERC. «De Vendrell me fío, porque es un patriota y porque quiere lo mismo que nosotros, que es la independencia de Cataluña.»
Sea como fuere, finalmente se ha celebrado la reunión entre el presidente del Parlament y el de la Generalitat. Ha sido un encuentro muy formal. Ambos saben por qué se ha convocado y no se explayan mucho. Al terminar no será Puigdemont quien haga declaraciones a la prensa, sino Joan Maria Piqué, que comparece en su nombre.
Sábado, 27 de enero
Hoy vuelve a estar preocupado. Estaba previsto que los equipos de JxCat y ERC se reunieran el sábado y el domingo para negociar no solo la investidura, sino también la hoja de ruta de la legislatura. Se trataba de una reunión para debatir todo eso y también para que el independentismo diera una imagen de unidad, de cohesión.
Con esta previsión, había dejado la agenda libre todo el sábado y todo el domingo, pero ayer por la noche, ERC les comunicó que finalmente no iría ninguna delegación de los republicanos.
Está molesto porque no habrá cumbre con los republicanos y porque Roger Torrent, el nuevo presidente del Parlament, ha convocado el pleno de investidura para el martes sin consultárselo.
«Yo quería que el pleno se celebrara el miércoles porque era el último día posible y porque así el Estado no tendría tiempo para reaccionar. Pero, tal como lo ha hecho, anunciándolo con tantos días de antelación, les ha dado tiempo para todo.»
Efectivamente, en estos momentos, el gobierno de Rajoy ha llevado la posible investidura de Puigdemont al Tribunal Constitucional. Cuando le pregunto si la fecha de la convocatoria del pleno de investidura estaba pactada previamente, me lo desmiente:
«De ninguna manera. Torrent la ha convocado unilateralmente, y cuando le he preguntado por qué, me ha dicho que necesitaba marcar perfil propio. ¿Qué perfil propio? ¿Acaso no es presidente del Parlament porque ha contado con el apoyo de los diputados de JxCat? ¿Ahora nos pone condiciones para la investidura, cuando nosotros, hace cuatro días, le dimos los votos para ser presidente del Parlament sin ningún tipo de condiciones?».
Estos últimos días, distintas fuentes de ERC insinúan a los medios de comunicación que la investidura será muy complicada y apuntan que Puigdemont quizá debería retirarse. Lo ha puesto sobre la mesa mediática el diputado al Congreso Joan Tardà, quien, al ser preguntado por la investidura, ha dicho sin ambages que «en el procés no hay nadie imprescindible». La secretaria general de ERC, Marta Rovira, ha insistido igualmente en que es necesaria una investidura «eficaz» y que no ocasione problemas legales a quienes le den apoyo, y el vicepresident Junqueras ha mencionado en una entrevista la posibilidad de nombrar a un presidente ejecutivo y reservar para Puigdemont «una presidencia simbólica».
«No pueden hablar más claro: me quieren fuera —dice—. Cuando Marta Rovira me lo ha preguntado, le he dicho abiertamente que, si la cosa se complicaba después de mi investidura, podían estar tranquilos que yo no sería el problema. Me parece que no puedo decirles más claro que me apartaré, pero no se fían.»
Ahora, a medida que hablamos de ello, su preocupación por la cumbre frustrada con ERC baja de intensidad y aparece el Puigdemont más reflexivo. Es muy crítico con lo sucedido y con ERC, pero está muy tranquilo. Casi parece que no hable de sí mismo. Por primera vez insinúa claramente su retirada.
«Si me invisten president, es obvio que el TC me suspenderá y hará todo lo que convenga, ya que el rey les ha dicho que de ninguna manera quiere firmar mi nombramiento. Eso ya lo sé. Pero una cosa es saber que una vez investido tendré que tomar la decisión de dimitir y otra que ni siquiera los tuyos quieran investirte, que pacten a tus espaldas y, sobre todo, que no planten cara para defender la república. Si me invisten y luego el Tribunal Constitucional me destituye, a mí me da igual. Internacionalmente seré un presidente que, después de haber sido cesado por el 155, ha recuperado la dignidad y la presidencia, y al que luego España ha vuelto a cesar. A mí eso me daría una autoridad moral que me permitiría pasearme por toda Europa internacionalizando el caso catalán y también organizar desde Bruselas la sede de la república catalana.»
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Lunes, 29 de enero
Lo ve venir. Esquerra no lo investirá president. La reunión que mantuvieron ayer por la tarde JxCat y ERC ha servido para confirmárselo. En los últimos encuentros, Esquerra le ha pedido insistentemente que aclare qué hará si no puede ser investido.
«Mi investidura es legítima, y se habían comprometido. Si no quieren hacerlo, ¿qué problema tienen en decirlo públicamente?»
Esta noche ha tomado una decisión: escribir una carta pública a Roger Torrent pidiéndole amparo.
Estimado presidente:
Le dirijo este escrito en mi condición de diputado del Parlament de Catalunya y como candidato a president de la Generalitat propuesto por la Presidencia que usted ostenta desde el pasado 22 de enero.
De acuerdo con el reglamento del Parlament de Catalunya (art. 4), tengo el derecho de asistir a los debates y las votaciones del pleno, y de acuerdo con el Estatut d’Autonomia de Catalunya (art. 57) y el mismo reglamento del Parlament (art. 22), gozo de inmunidad con el efecto concreto de que no puedo ser detenido si no es en caso de delito flagrante.
Dadas las acusaciones judiciales y gubernamentales del Estado encaminadas a obstaculizar el ejercicio de mi mandato como diputado y como candidato a la presidencia de la Generalitat, y particularmente a impedir que pueda asistir al pleno de investidura programado para el próximo día 30 de enero, como máxima autoridad de la cámara y en las funciones que le son inherentes de hacer cumplir el reglamento, le solicito amparo y que adopte las medidas necesarias para salvaguardar los derechos y las prerrogativas del Parlament y el conjunto de sus miembros.
Atentamente,
CARLES PUIGDEMONT I CASAMAJÓ
Diputado y candidato a president de la Generalitat
No tendrá respuesta.
Lo ha puesto en alerta Josep Rius, que acaba de salir de la cárcel de Soto del Real y le ha llamado para contarle lo que le ha ocurrido. Por lo visto, en un momento dado, cuando estaba hablando con Jordi Sànchez sobre la investidura de mañana, que él ha dado por hecha después de las reuniones que han mantenido los equipos negociadores estos últimos días, Sànchez le ha preguntado: «¿Seguro que mañana habrá investidura? Por lo que sabemos aquí, parece que no, que no está claro que mañana haya debate de investidura ni que todo el mundo de Esquerra la vote».
A su regreso a Barcelona, Rius ha ido directamente al Parlament, donde están reunidos los diputados de JxCat, para advertírselo.
Martes, 30 de enero
Sus temores se han confirmado. Acaba de llamarlo el diputado de JxCat Josep Costa, vicepresidente primero de la mesa del Parlament, para avisarlo de que Roger Torrent, el presidente del Parlament, «hace cosas raras» y que «es capaz de suspender el pleno de investidura».
Hoy tenía que ser elegido a distancia president de la Generalitat de Catalunya, pero JxCat y ERC discrepan de si el reglamento lo permite. Parece que Torrent suspenderá el pleno.
«Ayer, a última hora de la tarde, los equipos estuvieron negociando y me dijeron que el acuerdo estaba cerrado finalmente, incluso con los nuestros que están en la cárcel. En una reunión a la que asistieron, entre otros, Josep Rull, Jordi Turull [que no volverán a entrar en prisión hasta el 23 de marzo], Albert Batet y Elsa Artadi, me comunicaron que finalmente ERC aceptaba investirme president. Si a mí me lo trasladaron así, es que el acuerdo debía de existir, ¿no?»
Sigue los acontecimientos desde su apartamento de Waterloo. Todo el grupo parlamentario de JxCat presiona a Torrent, pero él no se mueve.
Ayer, el PP amenazó directamente al presidente del Parlament catalán. El portavoz de los populares españoles, Pablo Casado, le pidió públicamente que propusiera otro candidato a president que no fuera «por una vía ilegal» y, como quien no quiere la cosa, le recordó lo que le había sucedido a Forcadell. Hoy todos los medios de comunicación ponen en boca de fuentes del PP que «Torrent tiene dos hijos y sabe lo que le espera».
Finalmente, el presidente del Parlament ha suspendido el pleno de investidura.
Puigdemont sopesa durante todo el día cuál debe ser su reacción. Mientras JxCat y ERC se tiran los platos a la cabeza, acusándose mutuamente de la falta de acuerdo para la investidura, él graba un mensaje que no se hará público hasta pasadas las ocho de la tarde. Ha querido darle un tono institucional y ha evitado hacer reproches.
«La gente no lo entendería. Hay cosas que no es necesario que se sepan ahora porque no se entenderían. No podemos fallar a la gente en estos momentos.»
El mensaje es largo, de casi ocho minutos de duración:
Hoy hace tres meses exactos que una parte del gobierno de Cataluña se instalaba en el exilio con una doble intención: preservar la continuidad de la institución histórica de nuestro autogobierno y mantener la capacidad de acción y de opinión para defender el mandato del 1 de octubre. Ambas intenciones siguen intactas. […] El Parlament de Catalunya me eligió president el 10 de enero de 2016, y este Parlament no me retiró nunca su confianza: el cese lo ordenó por decreto el gobierno español y no el Parlament, que representa la voluntad popular […].
Hoy me habría gustado dirigirme a todos vosotros con el pleno de investidura ya celebrado y, por tanto, investido nuevamente como president de la Generalitat de Catalunya. Se habría materializado así la voluntad de la mayoría absoluta de los diputados electos del Parlament […]. Los sesenta y ocho diputados independentistas que estaban dispuestos a investirme president son la mejor garantía democrática para la celebración de este pleno, y no hay otro candidato posible ni otra combinación aritmética posible… Pero, lamentablemente, el pleno no se ha celebrado. El presidente del Parlament ha optado por otro camino y debemos respetar su decisión. La democracia implica aceptar los resultados electorales, y el Estado no solo no los ha aceptado, sino que ha intentado cambiar en los despachos lo que no ha ganado en las urnas, retorciendo burdamente la ley y los derechos de los diputados […]. Creemos que la democracia ni se aplaza ni se suspende.
Nosotros no aceptamos que puedan dictarse presidencias desde Madrid. No podemos aceptarlo, porque hacerlo sería hipotecar de ahora en adelante y para siempre los resultados electorales de Cataluña […].
Lo que nos ha traído hasta aquí ha sido la unidad. No la perdamos. Es lo que sueñan quienes nos quieren en la cárcel y el exilio durante muchos años. Mantengámonos unidos, porque vendrán nuevos desafíos democráticos que solo podremos superar si persistimos del modo en que hemos ido superándolos, uno tras otro. Sin duda, tenemos delante a un Estado muy poderoso y con permiso para ir más allá del Estado de derecho, pero que no puede evitar poner en evidencia sus costuras cuando nos dirigimos a él sin complejos, sin miedo, con serenidad, pero sin renuncias. Si nos mantenemos juntos, firmes, dignos, democráticos y pacíficos, iremos avanzando hasta la plenitud de nuestra libertad. Porque tenemos derecho a ella. Y porque nos la hemos ganado.
Tras hacer pública su intervención, se encierra en su refugio, el dormitorio del apartamento de Waterloo, y no sale de él hasta el día siguiente.
Miércoles, 31 de enero
La bomba estalla de buena mañana. Telecinco ha anunciado a primera hora una exclusiva que promete acabar con el procés. No lo conseguirá, pero traerá cola todo el día. Se trata de una serie de mensajes de Signal que el president envió al conseller Comín anoche y que se hacen públicos en el programa matinal que presenta Ana Rosa Quintana. Las palabras de Puigdemont revelan su estado de ánimo después de que el presidente del Parlament, Roger Torrent, haya suspendido el pleno de investidura.
Puigdemont no negará los mensajes porque son ciertos. No obstante, son absolutamente privados. Se los envió la víspera a Comín, que estaba en Lovaina, a punto de empezar un acto del partido soberanista Nueva Alianza Flamenca (N-VA) al que el president estaba invitado, pero finalmente delegó su asistencia en el conseller, a la espera del debate de investidura.
«Estaba a punto de sentarme y recibí varios mensajes del president. Si se hubiera tratado de otra persona, no los habría abierto en aquel momento, pero, como eran suyos, pensé que valía la pena leerlos por si me daba alguna instrucción para el acto o por si había pasado algo», comenta el conseller.
Los mensajes eran realmente contundentes:
«Volvemos a vivir los últimos días de la Cataluña republicana».
«El plan Moncloa triunfa. Solo espero que sea cierto que gracias a eso podrán salir todos de la cárcel, porque, si no, el ridículo histórico es histórico.»
«Supongo que tienes claro que eso se ha acabado. Los nuestros nos han sacrificado, al menos a mí. Vosotros seréis consellers (espero y deseo), pero yo ya estoy sacrificado, como sugería Tardà.»
«No sé cuánto me queda de vida (espero que mucho), pero la dedicaré a poner en orden estos dos años y a proteger mi reputación. Me han hecho mucho daño, con calumnias, rumores, mentiras, que he aguantado por un objetivo común. Ahora eso ha caducado y me tocará dedicar mi vida a mi propia defensa.»
Bastante tocado ya por lo que había ocurrido el día anterior, hoy se hunde. No entiende que se hayan hecho públicos unos mensajes privados. Además, durante todo el día, muchos aprovechan para hacer leña e insistir, abierta o veladamente, en que el president tiene que dar un paso a un lado.
«Esto no hay dios que lo aguante. No se pueden resistir tantos días con tanta traición encima.» Incluso se plantea dejarlo todo. «Sí, claro que se me pasa por la cabeza. Ya lo pensé ayer, porque esto no se aguanta. No creen en la república, y eso que dicen llamarse republicanos.»
Contrariamente a lo que pueda pensarse, no está dolido por la filtración. Está dolido porque todo eso se aproveche para presionarlo aún más. «Que se aproveche una conversación privada, un momento de debilidad, que es humano y lo tiene todo el mundo, para arrinconarme. Pero lo que más me duele, lo que me da ganas de mandarlo todo a paseo, es que los que se están aprovechando de este momento de debilidad no son los españoles, que entiendo que lo hagan. Lo que no puedo soportar es que sean los míos, aquellos en quienes tengo que confiar, los nuestros.»
Los mensajes de Signal se han hecho públicos porque ayer, mientras Comín los leía justo antes de que comenzara el acto, un cámara de Telecinco situado detrás de él los grabó.
«Yo recibí los mensajes, los abrí y, justo cuando estaba leyéndolos, un señor que estaba a mi lado me avisó: “Cuidado, que están grabándolo”. Los cerré enseguida, pero ya no había remedio», ha explicado Comín.
De buena mañana, cuando Ana Rosa Quintana ha hecho públicos los mensajes, Puigdemont y Comín se han llamado, preocupados por si el cámara de Telecinco había podido grabar más mensajes.
«Yo diría que no —responde Comín—. Creo que no pueden haber grabado más porque, justo después de recibir los mensajes, empezó el acto y yo no te contesté hasta que acabó.»
En realidad, la conversación entre ambos fue mucho más larga. Cuando Comín llegó a casa por la noche, después del acto de Lovaina, respondió al president e iniciaron una conversación por Signal.
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Sin embargo, por la mañana, cuando le ha llegado la noticia de la filtración, Puigdemont se ha hundido. No quería traslucir de ninguna manera la impresión de debilidad que ha transmitido, y además dar alas a los comentaristas y los tertulianos.
Finalmente, opta por la solución más sincera. A última hora de la mañana, pocas horas después de que se haya difundido la conversación, publica un tuit y acto seguido desconecta. El tuit es muy simple y claro: «Soy periodista y siempre he entendido que hay límites, como la privacidad, que nunca deben violarse. Soy humano y hay momentos en que yo también dudo. También soy el president y no me hundiré ni me echaré atrás, por respeto, agradecimiento y compromiso con los ciudadanos y el país. ¡Seguimos!».
Su tuit suscita aún más reacciones. Algunos ven en ella el reconocimiento de una debilidad y el final del procés; otros, un punto de humanidad que los hace sentir aún más cerca de él.
Hoy vivirá uno de sus peores días. Está en el apartamento de Waterloo y prácticamente no ha salido de su habitación. Quiere estar solo. Incluso le ha pedido a su amigo Matamala que salga a dar un paseo.
Entre las llamadas al nuevo número que atiende desde su habitación figura la de la secretaria general de Esquerra Republicana, Marta Rovira, que quiere explicarle con calma el porqué de la suspensión del pleno de investidura que debía celebrarse ayer, y que ERC y Junts habían acordado sacar adelante. La conversación es otro jarro de agua fría.
Rovira le comenta que uno de los principales motivos que llevaron a Torrent a suspender el pleno fue la constatación de que algunos diputados republicanos habían manifestado su negativa a votarlo como president por miedo a las represalias judiciales. Puigdemont escucha desganado las explicaciones de Rovira.
«Es la constatación de que mis compañeros de viaje no me quieren de ninguna manera. Me acusaron de traidor cuando iba a convocar elecciones —recuerda—. Me amenazaron con dejar el govern acusándome de cobarde, y anunciaron que lo abandonaban y se iban a la oposición, y ahora, cuando tienen que votarme, ¿se echan atrás? ¿Cómo quieres que continúe?».
Puigdemont también se lamenta de que al día siguiente de la suspensión del pleno los republicanos callen. «ERC se ha pasado todo el día sin decir nada públicamente. No ha salido a defenderme. Nada. Solo silencio.» Está mentalmente agotado.
Cuando Comín lo llama a media tarde, contesta con monosílabos. El exconseller de Salud está preocupado por la situación y quiere explicarle cómo ve las cosas:
«No puedes dejarlo, de ninguna manera —le dice, intuyendo lo que se le pasa por la cabeza—. Te lo planteas como si tuvieras derecho a tirar la toalla, y no tienes ese derecho. Hemos superado momentos peores, y este también lo superaremos. Eres tú quien tiene el botón nuclear, y deberías ser consciente de ello —apostilla Comín—. Ahora, el problema lo tiene ERC, que está bajo sospecha».
A lo largo del día, en Cataluña hay tertulianos que hablan de una posible conspiración entre la Moncloa y ERC para echar a Puigdemont.
«Desde un punto de vista humano, a mí me parece que a Puigdemont esos mensajes lo dignifican —me dirá más tarde Comín—. Políticamente, filtrando esos mensajes, en lugar de acabar con el procés, creo que lo que han hecho es abortar el plan de Moncloa.»
Puigdemont se ha pasado el día en el apartamento. No saldrá hasta que anochezca, porque ni puede ni quiere suspender la cena que tenía comprometida desde hacía días con el alcalde de Taipei, la capital de Taiwan.
Cuando vuelve a casa se mete en la cama sin contar nada de la cena.
Jueves, 1 de febrero
Hoy el ministro Rafael Catalá ha dado por hecho que los líderes del procés quedarán inhabilitados cuando Pablo Llarena, el juez del Tribunal Supremo, acabe la instrucción, cosa que podría ocurrir a finales de marzo. En una entrevista en el programa Espejo público, de Antena 3, Catalá se ha referido a la Ley de Enjuiciamiento, recordando que establece que los procesados por delitos graves no podrán ejercer cargos públicos: «Entiendo que, cuando se dicte la interlocutoria del procesamiento, todas las personas que figuren en él serán inhabilitadas». El ministro de Justicia, que durante la entrevista ha alabado la decisión de Roger Torrent de suspender el pleno, ha dado a entender claramente que, si se celebran nuevas elecciones, los encausados por el juez Llarena probablemente no podrán ocupar cargos públicos.
«Y aún dicen que, si hay govern, se habrá acabado el 155. ¡Ingenuos! En Madrid han decidido que no se detendrán, y todos los que piensan que ahora tenemos que pararlo todo y hacer lo que nos dicen son una panda de ingenuos. Ahora más que nunca tenemos que defender la república.»
Hoy se la levantado con otro estado de ánimo y con ganas de volver a buscar un acuerdo que desencalle su investidura. Pero Marta Rovira, que ayer aseguró que le diría algo sobre su propuesta de verse personalmente, no le llama. Son las cuatro de la tarde, veintisiete horas después de aquella conversación, y Rovira no ha dicho ni mu.
Finalmente, a las cinco y media de la tarde, la secretaria general de los republicanos se pone en contacto con él por mensaje. «Es urgente que nos veamos», le contesta Puigdemont. «Para nosotros es prioritario abordar la situación», replica Rovira.
«Fíjate —hace notar— en que Rovira no utiliza el verbo “solucionar”, sino “abordar”, que es muy diferente.»
Rovira le dice que está de acuerdo en hablar del tema en Bruselas, pero que ella no irá, sino que enviará a dos personas de confianza. No quiere que la vean en la capital belga.
«Creo que uno de los problemas graves que hay es que, en estos momentos, en ERC no hay liderazgos claros —comenta—. El president de la Generalitat ya no puede negociar directamente con la secretaria general de ERC; acaban haciéndome negociar con emisarios. No creo que eso sea normal.»
Cuando replico afirmando que en el PDeCAT la situación no es muy distinta, seguro que también debe de haber partidarios de que dé un paso al lado y se encare una legislatura «normal», responde con contundencia:
«Probablemente sí, es verdad que algunos no se sienten cómodos, y probablemente hay grandes partidarios de agachar la cabeza, pero la diferencia es que ahora no tengo que entenderme con el PDeCAT. Les puede parecer bien o mal, pero me han dejado las manos libres para negociar como president, y con quien debo negociar es con ERC. Y ERC no está o no quiere negociar».
Sábado, 3 de febrero
Hoy estrena la nueva residencia. La noticia se filtró ayer en el diario económico local L’Echo, que ha dado todos los detalles. Todos. No solo han publicado el precio del alquiler (cuatro mil cuatrocientos euros al mes), sino también que el pago lo ha realizado Jami Matamala y que la fianza de dos meses se ha depositado en efectivo. Querían discreción y no la ha habido en absoluto.
Hacía semanas que Matamala y los escoltas buscaban una casa donde instalarse definitivamente. Habían visitado unas cuantas y descartado muchas. Una de las descartadas fue la residencia del embajador de Estados Unidos en Bruselas, que había quedado libre después de haber estado alquilada unos años. Aunque reunía las características requeridas, la desecharon aconsejados por el equipo de seguridad.
«Me dijeron que, como había sido la residencia de un embajador, a saber qué cámaras y cableados debía de tener aún», comenta Matamala.
Finalmente, la elegida fue una casa situada en el número 34 de la avenida de l’Avocat, en Waterloo. Es una residencia espaciosa, de quinientos cincuenta metros cuadrados, con una cocina y un comedor grandes, tres lavabos y seis habitaciones, algunas de las cuales se convertirán en despachos, y con un garaje en la planta baja que permite que los coches accedan a él directamente sin que se vea a los ocupantes.
El precio, dice Matamala, es muy razonable.
«La gente no lo sabe, pero hasta ahora teníamos que alquilar tres apartamentos en Waterloo: uno para los que se ocupan de la seguridad, uno para nosotros y, con frecuencia, otro para las visitas o para los familiares que venían a vernos. Mucha gente se ha sorprendido por los cuatro mil cuatrocientos euros de alquiler mensual, pero hasta el momento, sumándolo todo, estábamos pagando mucho más. Además, la casa, aparte de la residencia de Puigdemont, se convertirá también en un lugar de trabajo y de reunión de todos los colaboradores. De todos modos, en este momento es muy complicado salir a explicar esto, ya que los medios han puesto el grito en el cielo, alegando que es un lujo y que hay gente en la cárcel.»
Jueves, 8 de febrero
Ya hace días que los encargados de la seguridad del president están preocupados por posibles seguimientos. Desde que se ha hecho público dónde están, prácticamente todos los días hay dos o tres periodistas apostados delante de la puerta para captar las entradas y salidas de las visitas.
Esta mañana, en una de las rutinas de seguridad (repasar periódicamente los vehículos, tanto lo que se ve como lo que no se ve), han descubierto un objeto pegado con cinta adhesiva justo debajo del parachoques trasero de uno de los coches. Enseguida han saltado todas las alarmas. Tiene el tamaño de un paquete de tabaco y no se detecta a primera vista. Se trata de un localizador GPS equipado con tarjetas SIM como las que llevan los teléfonos móviles y que sirven para seguir en directo los movimientos de los vehículos.
Tras analizar la situación, optan por alertar a la policía y denunciar el caso.
«La policía belga se ha escandalizado porque ha visto que, en efecto, tenemos motivos para estar preocupados», piensa el president, contrariado.
Cuando han ido a presentar la denuncia, los agentes belgas han inspeccionado el vehículo y les han hecho una pregunta clave:
—¿Ustedes utilizan algún otro vehículo para sus desplazamientos?
—Sí, tenemos otro coche de alquiler, un Renault Clio que utilizamos en alguna ocasión.
—Tráiganlo, por favor.
Detrás del parachoques también han encontrado un localizador escondido.
—No se lo digan a nadie, ya que necesitamos tiempo para analizar los aparatos, las tarjetas SIM y las huellas dactilares, y ver si podemos averiguar su procedencia —les ha dicho la policía.
Durante los próximos días, la preocupación del president y sus escoltas en cuanto a la seguridad irá in crescendo. La policía belga también está preocupada, y así se lo traslada.
Superado el susto inicial, los escoltas repasan si durante los últimos días han hecho algún movimiento con los vehículos que pudiera comprometer a alguien. Mientras revisan la agenda, no pueden evitar sonreír cuando el mismo president dice: «¿Recordáis dónde aparcamos anteayer, cuando fuimos a ver a aquella gente con la que mantuvimos una reunión?». La cita tuvo lugar en un edificio situado justo al lado de la delegación de Estados Unidos en Bruselas, y los aparcamientos de ambos edificios eran compartidos. «Si hacen caso de lo que dice el localizador, es evidente que durante dos horas tuvimos el coche aparcado en la embajada estadounidense. Los del CNI deben de estar preocupadísimos», remata el president.
Se desternillan.
Jueves, 15 de febrero
Las negociaciones con ERC vuelven a estar encalladas.
«Hay quien piensa que quiero ser president a toda costa, pero no se trata de eso. Yo, si estoy aquí, si lo he sacrificado todo y quiero seguir desempeñando un papel, es para que la república continúe viva. Y no vale que los que me han empujado a proclamarla ahora se arruguen.»
«Soy consciente de que se está instalando