
En la última entrega, Isadora Moon se enfrenta a la peor de las pesadillas a las que se puede enfrentar un niño o niña: ir al dentista.
Y es que a Isadora se le va a caer un diente y tiene que revisar su dentadura, pero no hay nada que le aterre más que la imagen de un dentista especializado en vampiros, con su aspecto malévolo, dentadura afilada y horribles aparatos que seguro le van a hacer mucho daño, a pesar de que todo el mundo le ha dicho que ir al dentista es genial.
A eso se le suma el gran dilema de qué hacer con su diente, porque a su madre le encantaría que lo pusiera debajo de la almohada para dárselo al hada de los dientes a cambio de una brillante moneda de oro, pero a su padre le gustaría enmarcarlo, como es costumbre en las familias de los vampiros. Isadora no quiere decepcionar a ninguno de los dos. ¿Qué hará con el colmillo? ¿Se atreverá a ir al dentista? Y, si va, ¿cómo será la experiencia?