El nombre de este libro, Teutoburgo, es el de una batalla clave que tuvo lugar entre los romanos y los germanos en un bosque del mismo nombre en Germania en el año 9 d.C. Había oído hablar de ella, aunque no sabía los detalles, qué personajes habían participado, lo que había ocurrido exactamente... nada. Y, por una vez, fui fuerte y no googleé sobre el tema. No quería saber lo que iba a pasar en el libro. Evidentemente mucho menos os lo voy a decir a vosotros, que ya sabéis que spoilers por aquí los mínimos, pero sí que os aconsejo que si no sabéis lo que pasó, hagáis lo mismo que yo. Disfrutaréis mucho más de la historia que nos cuenta el bueno de Manfredi (cuánto tiempo sin leerte, viejo amigo). Y si ya lo sabéis, pues lo disfrutaréis igualmente porque el libro se lee de una sentada, pero sin el factor sorpresa porque ya sabréis hacia donde conduce la historia.La historia comienza siguiendo a Armin y Wulf, hermanos de noble estirpe e hijos de Sigmer, jefe supremo de los queruscos, la tribu más poderosa y numerosa de Germania. Son apresados por una patrulla romana, comandada por el centurión Marco Celio Tauro, cuando están contemplando la construcción de "el camino que no se termina nunca", una de las vías pavimentadas romanas que recorrían el imperio de arriba a abajo.Los queruscos tienen una alianza con los romanos, un pacto mutuo de no agresión, pero lo que los romanos llaman alianza en realidad es sumisión por parte del pueblo germano. Por ello, los dos hermanos son tomados como rehenes, aunque el término que usan los romanos para ellos son huéspedes: no les interesa devolvérselos a su padre porque quieren que conozcan Roma, que piensen como romanos, que asuman la disciplina romana y queden embelesados con lo que el imperio ha llegado a ser y los beneficios que se obtienen al ser parte de él... Y así, durante años, en una especie de escuela privada, bajo el tutelaje del centurión que les capturó, Tauro, estos dos adolescentes aprenden a combatir, vivir y sentir como un centurión romano, aunque resultan evidentes las diferencias entre ellos dos y como asume cada uno estos cambios.Wulf, curioso y extrovertido, queda desde el primer momento maravillado ante las proezas y adelantos de los romanos, una civilización muy superior a la tosca germana, que todavía vive en cabañas; se asombra ante la omnipotencia y poderío del imperio, y en caso de tener que decidir un bando pronto queda patente que seguramente elegiría Roma por encima de Germania. Armin, sin embargo, es un guerrero germano, indomable; se siente prisionero de los romanos y no se deja domar por ninguna disciplina. En un principio no se maravilla ante la grandeza del imperio ni de Roma... y sin embargo es él quien, poco a poco, y gracias a su iniciativa, comienza a ascender dentro del ejército y a ganarse la confianza de sus superiores, el que comienza a codearse con las altas cimas de poder, el que algún día podría obtener la ciudadanía romana... también comienza a preguntarse si sería capaz de volver a la oscuridad y atraso de la sombría y cenagosa Germania, aunque en el fondo de su corazón le cuesta rechazar su tierra. Los dos hermanos son uña y carne durante años, pero la vida les lleva por derroteros distintos... Roma, en concreto, les lleva por derroteros distintos, y pronto tendrán que tomar decisiones que cambiarán sus vidas y el devenir de la Historia.Situándonos en contexto, estamos en tiempos de Octavio Augusto, que quería llegar hasta las corrientes del Elba, fijar la última frontera del imperio en Germania. Consideraba que el mundo no podría llegar a ser completamente romano si lo germanos no formaban parte de él, que los germanos eran el único pueblo sobre la faz de la tierra digno de formar parte del imperio. Cuando Armin y Wulf fueron capturados por los romanos, ya habían transcurrido muchas décadas de enfrentamientos, y fueron ellos los que cambiaron el curso de esta guerra. Puede parecer que os he contado mucho sobre el libro, pero no os he contado apenas nada, solo os he situado en el marco histórico de estos dos personajes que existieron en realidad y que, en el caso de Armin, dejó su nombre grabado para la posteridad. De hecho, llega un punto que Wulf (pronto conocido por el latinizado Flavus) se diluye en la historia y Armin (Arminius) prevalece omnipresente. Y de hecho este personaje es de lejos el mejor de la novela, el mejor construido, seguido por Tauro. Armin es un guerrero y tiene una personalidad fuerte y definida. Flavus es más soldado que guerrero, y la curiosidad que demuestra de adolescente se torna en conformismo y pasividad. Todo lo que Armin gana conforme avanza la historia, lo pierde Flavus.Mientras tanto, en Roma suceden muchas cosas: los años de crecimiento de estos adolescentes bajo la supervisión de Tauro (que se convierte en algo parecido a un padre para ellos); mensajes en clave que sumergen a los hermanos en un complot para asesinar al emperador, y en el que las intrigas familiares, con Julia a la cabeza (la hija de Augusto), tienen un papel determinante; conocemos gracias a muchas pinceladas los últimos 40 años del imperio antes del momento en que se ambienta la historia (Julio César, Marco Antonio y Cleopatra, el general Druso, Agripa... ); viajamos a lo largo y ancho del imperio, donde visitamos ciudades y regiones asiáticas con sus misterios y tentaciones, además de las luces y las sombras de una dominación que parecía no tener fin... La historia se ve abocada desde su mismo título hacia una cruenta batalla, pero en el camino Manfredi no deja pasar la oportunidad de contarle al lector muchas cosas.En realidad, durante dos tercios de libro parece la historia de dos hermanos que llegan a hacerse un nombre dentro del ejército romano, que crecen bajo la tutela del imperio, que se hacen adultos muy, muy lejos de su hogar, que llegan a conocer a Octavio Augusto, que ejemplifican cómo los romanos conseguían que muchos pueblos pasasen a formar parte del imperio sin rechistar al comprobar los beneficios que eso les reportaba... A veces incluso te preguntas cómo va a hilar todo esto Manfredi con la cruenta batalla de Teutoburgo, pero lo hace, y además de una manera magnífica porque entiendes el por qué de todo, el por qué de que durante esos dos tercios de libro no veas venir lo que sucede... o más bien no veas venir cómo va a suceder. Lo reconozco, a mí me dan Imperio romano (o antiguo Egipto) y me hacen los ojos chiribitas, así que lo dejo aqui y no os doy más la brasa. Si os gustan las novelas históricas, ambientadas en tiempos de la Antigua Roma, que tengan batallas, que estén basadas en hechos reales y que estén bien contadas de manera sencilla, amena y muy entretenida sin dar clases de historia (muy al estilo Manfredi, un genio divulgador donde los haya), pues este es vuestro libro. Yo lo he leído del tirón. Y después (ya sí) he googleado como una loca para verificar todo lo que se cuenta en él :)
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