Los que me conocéis o me seguís con mis reseñas sabéis que soy una gran devoradora de thrillers, (de hecho entre estos y la romántica me voy moviendo constantemente). He leído muchos a lo largo de los años y muy pocos han conseguido colarse en mi top 5 de favoritos y este, sin duda, es uno de ellos. Adictivo como pocos, Leticia Sierra nos cuenta a lo largo de las páginas y a través de muchos personajes el avance de una investigación policial. Tenemos un cadáver, tenemos caso. Pero no estamos ante una investigación al uso, no, porque en Animal nos encontramos con varias vías de investigación abiertas, la digamos oficial hecha por la policía y la que lleva paralelamente nuestra protagonista Olivia, periodista de oficio, de las de meter las narices hasta el fondo y no parar hasta dar con la verdad. Es decir, que nosotros como lectores tenemos la gran ventaja de disfrutar del avance de ambas investigaciones y de tener más datos que nadie. Y eso es una de las cosas que más me han gustado. Todo un privilegio para el lector. Y un regalo. La novela es bastante coral, ya os digo que nuestra protagonista por excelencia es Olivia, pero también tenemos multitud de personajes más de los que vamos sabiendo datos, conociendo pensamientos, sensaciones y comportamientos. La novela al estar narrada en tercera persona nos permite ser espectadores de lujo en todo momento. Contamos con una juez, varios policías entre agentes, subinspectores, inspectores (guiño especial aquí al Inspector Castro al que adoro), comisarios y demás. También hay periodistas, redactores, directores y hasta un fotógrafo, Mario, amigo personal de nuestra protagonista. Y, como no, tenemos presuntos culpables, testigos, víctimas, asesinos y asesinados, un cadáver (o varios) y muchas vías abiertas de investigación, tantas como presuntos culpables y ya os digo que de estos últimos hay muchos y muy variados. Eso sí, llamadlo intuición o pálpito que tenía medio claro quién era la persona culpable y hasta los motivos que habían llevado a este personaje a cometer el crimen desde un poco antes de la mitad del libro. Hubo un par de datos, a priori tontos, que me hicieron sospechar y hasta volver páginas atrás en varios momentos. De verdad, os prometo que hacía mucho que no disfrutaba tanto con un libro. Vamos, que hasta he ido anotando datos, sospechosos y pistas en las notas del móvil mientras lo leía. Un disfrute total. La narración es fresca, ligera, con un lenguaje sencillo y va directa al grano. Me ha envuelto desde las primeras páginas y no he podido, ni querido, dejar de leer en ningún momento. Y cuando no tenía el libro entre manos me pillaba a menudo dándole vueltas y buscando el hueco para poder darle otro vistazo más. Adictivo, ya os digo. Muy adictivo. Una gozada de libro, con una historia dura, cruda y, por desgracia, muy real. Con un arranque que pone los pelos de punta, un desarrollo en el que no paran de pasar cosas y con infinidad de datos y con un desenlace que, pese a dejar el caso cerrado y bien cerrado, deja una pequeña puerta abierta a más posibles casos futuros de investigación codo con codo entre policía y periodista que me ha gustado mucho. Especial mención a la portada, tanto al título como al animal (nunca mejor dicho) que en ella aparece porque nada está hecho al azar.
Leer menos