¿Tu hijo ha empezado a rechazar alimentos? Sigue los consejos de Melisa Gómez y Juan Llorca
Pequeños preguntones 3 min.

¿Tu hijo ha empezado a rechazar alimentos? Sigue los consejos de Melisa Gómez y Juan Llorca

Seguramente estés leyendo este post porque tu hijo o hija comía de todo y, de la noche a la mañana, no quiere comer nada. Nada le gusta, todo le sabe mal y solo quiere cuatro cosas. 

Sigue leyendo este post de Adrián Cordellat en el que les pregunta todas las dudas que tienes en mente a la dietista y nutricionista Melisa Gómez y al chef Juan Llorca. 

ADRIÁN CORDELLAT

Periodista especializado en infancia y literatura infantil y juvenil

@acordellat

No hay una explicación razonable, pero sucede. De repente, nuestro querido hijo, un niño o niña que desde que empezó con la alimentación complementaria comía de todo, sin hacer distingos, empieza a rechazar determinados alimentos. Primero uno, luego otro… Y cuando queremos darnos cuenta, casi de un día para otro, su vida se ha llenado de «¡Puaaaj!». También la nuestra, por supuesto, porque los «¡puaaaj!» de nuestros hijos son también nuestros. Es más, los padres interiorizamos esos «puaaaj» y los transformamos en pequeñas preocupaciones que llenan un poco más nuestras ya de por sí cargadas mochilas: ¿por qué ha dejado de comer esto?, ¿debería forzarle?, ¿a ver si no va a estar comiendo lo suficiente?, ¿tendría que hablar con la pediatra? Preguntas, preguntas y más preguntas.

No se puede pretender que tus hijos prueben algo si los padres no hacen lo propio.

Sobre ese cambio en la alimentación que experimentan casi todos los niños y las niñas en algún momento de su infancia —y que llena de preocupaciones a sus padres— va precisamente ¡Puaaaaj! Un cuento para motivar la alimentación saludable (Beascoa), el último trabajo del tándem formado por la dietista-nutricionista Melisa Gómez y el chef Juan Llorca; un álbum ilustrado que nace con la intención de convertirse en una herramienta útil para ayudar a las familias a aceptar los «¡Puaaaj!» de sus hijos, a relativizarlos y a que las comidas sean un momento de disfrute compartido y no de sufrimiento para unos y otros.

puaj un cuento para motivar la alimentacion saludable

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Los «puaj», que adquieren vida en el álbum en forma de pequeños monstruitos, son para Melisa Gómez «la personificación de todas aquellas dudas e ideas que van haciendo acto de presencia y se hacen conscientes una vez que nuestro peque ya no es tan peque y va notando nuevas características en las comidas que le hacen dudar acerca de comerla o no, cómo será o cómo se sentirá al tocarla, probarla, etc». Esos «puaj», a su vez, como decíamos, llevan a madres y padres a dudar de si lo que está ocurriendo es normal o es que algo puede estar fallando. Sin embargo, como explica la dietista-nutricionista, la aparición de estos «puaj» es de lo más normal, lo que no quita que en consulta los expertos se suelan encontrar con muchas familias desconcertadas, frustradas y con pocas herramientas para afrontar la aparición de cambios en el apetito y en las conductas alimentarias de sus hijos.

A este desconcierto, según Melisa, contribuye el hecho de que en la actualidad existan muchas ideas preconcebidas acerca de cómo deberían ser las comidas de los niños, lo que en su opinión da lugar a que en numerosos casos se presione a los peques para comer de una determinada forma o una determinada cantidad.

La nutricionista, sin embargo, aconseja todo lo contrario: confiar mucho más en las capacidades con las que nacen nuestros peques, poner el foco en ofrecer una alimentación de calidad y dar oportunidad a lo largo de las distintas comidas del día a que cada peque vaya decidiendo, de acuerdo a sus necesidades, qué alimentos comer en cada momento y cuánta cantidad. 

«Solemos recomendar mucho no perder el concepto de alimentación a demanda de la lactancia e intentar extrapolarlo poco a poco a la alimentación infantil», afirma la experta, que considera que los horarios y rutinas de las comidas pueden y deberían ser flexibles según cómo el apetito del niño fluctúe a lo largo del día. «No hay ningún problema, por ejemplo, en que haya niños que no desayunen o desayunen muy poco, si luego tienen más hambre y hacen un almuerzo más completo. Y lo mismo pasa con el resto de las comidas del día», ejemplifica.

¿Cuándo preocuparse entonces? ¿Cuándo dejan de ser normales estos cambios en el apetito y en las conductas alimentarias de niños y niñas?, preguntamos a la coautora de ¡Puaaaaj! Un cuento para motivar la alimentación saludable. Melisa Gómez señala al respecto que puede ser motivo de preocupación que, más que un alimento concreto, el pequeño rechace de forma sostenida grupos completos de alimentos (por ejemplo, las frutas o las verduras), cuando no solo come mucho menos, sino que también muestra escaso interés por comer o parece evitar todas las comidas, o si pierde peso, casos todos ellos en los que habría que buscar ayuda de un profesional sanitario de referencia.

un cuento para motivar la alimentación saludable

Consejos para convivir con los «puaj»

Partiendo de la base de que los «puaj» son parte de la normalidad del desarrollo de todo niño o niña, Melisa Gómez ofrece a padres y madres una serie de consejos para aprender a convivir con ellos sin montar dramas innecesarios. El primero de ellos, cómo no, sería relativizar la aparición de los «puaj», darle carácter de normalidad y respetar el apetito de nuestro hijo «sin agobiarle ni hacerle sentir que debe acallar lo que su cuerpo le indica para complacernos o para lograr un determinado fin, como evitar un castigo o conseguir un premio», comenta. A partir de ahí, papel y boli para tomar nota de las siguientes recomendaciones:

un cuento para motivar la alimentación saludable

Proponer actividades en las que los peques tengan la oportunidad de relacionarse con los alimentos: lavar frutas o verduras para meriendas o comidas, cortar frutas (en función de la edad), preparar recetas en familia, crear un huerto casero…

Mantener la oferta de una alimentación saludable y variada, incluyendo alimentos preferidos, pero también los que haya rechazado —aunque no quiera comerlos por el momento—, para que pueda seguir teniendo oportunidad de probarlos el día que le apetezca hacerlo. 

Compartir la mesa con las mismas preparaciones para toda la familia, lo que podrá brindar mayor confianza acerca de los alimentos ofrecidos. 

Dar ejemplo. No se puede pretender que tus hijos prueben algo si los padres no hacen lo propio. O que coman saludable si no es la norma en casa.

No forzar, insistir, presionar ni chantajear a los niños para que coman por encima de su señal de hambre. 

No utilizar distractores a la hora de comer, como tabletas, smartphones, televisión, etc., ya que estos aparatos limitan la posibilidad de vivir el momento de la comida de forma consciente. 

No utilizar estrategias como premios o castigos del estilo «si no comes, luego no iremos al parque» o «si te lo comes todo, luego compraremos helado». 

No etiquetar a los pequeños por su relación con la comida con frases del estilo «es que come fatal», «está muy pesado con la comida», etc.  

Recetas saludables para ayudar a combatir los «puaj»

El último consejo de Melisa Gómez para ayudar a padres y madres a convivir con los «puaj» pasa por intentar presentar los alimentos en distintos formatos (al horno, a la plancha, en brochetas, en puré, etc.) y de forma atractiva. Un consejo con el que nos podemos poner manos a la obra desde ya con las recetas saludables del chef Juan Llorca que se pueden encontrar en las últimas páginas de ¡Puaaaaj! Un cuento para motivar la alimentación saludable.

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«Es que no es lo mismo comerte unas judías verdes que estén crujientes, bien cocinadas y con un color llamativo, que comerte unas judías verdes pasadas de cocción, blandas, que no sean agradables a la vista ni al masticarlas y que estén puestas en un plato sin ningún tipo de gracia», explica el chef, que considera que invirtiendo un poco más de tiempo en la cocina y teniendo un poco más de conocimientos (respecto a cocciones, temperaturas y presentación de los platos) se puede mejorar mucho la aceptación de los niños ante determinados alimentos: «Esto no quiere decir que te los vayan a aceptar sí o sí, pero yo he comprobado que verduras como el brócoli o las judías, con un buen corte, bien cocinadas y crujientes, los niños las aceptan mucho mejor».

Para Juan Llorca, el problema es que vivimos en una sociedad en la que nos pasamos el día corriendo, con prisas y sin tiempo, un contexto que no ayuda a invertir tiempo en la cocina porque, en su opinión, no la valoramos suficiente. «Es cierto que no nos han educado para cocinar, con lo cual tardamos mucho, ensuciamos mucho y tendemos a verlo como un engorro, como otras tareas de la casa. Sin embargo, cocinar bien tiene muchos beneficios y se puede hacer de forma muy sencilla con unas pocas nociones, unas pocas herramientas y otros pocos conocimientos. Así que creo que es más cuestión de conocimiento, para disfrutar de ello, y luego de voluntad, de entender que el tiempo que inviertes en cocinar es tiempo que se puede disfrutar en familia y que contribuye a la salud presente y futura», concluye. 

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