Pola Oloixarac: «Me interesa ese chantaje moral que te permite usar una causa como el feminismo para, en realidad, avanzar otra agenda»
En «Bad hombre» (Random House, 2024), su primer libro escrito en primera persona (y basado únicamente en hechos reales), la escritora argentina Pola Oloixarac pone el dedo en la llaga del género, señala al feminismo «woke» y ambiciona un mundo en el que no existan las cancelaciones que escondan detrás una oscura agenda personal en lugar del bien común. Un buen puñado de temas alrededor de la igualdad de sexos que, como mínimo, auspiciarán muchas y muy necesarias reflexiones.
Por Paloma Abad
-Alejandra-López.webp)
Pola Oloixarac en una imagen de 2024. Crédito: Alejandra López.
¿Qué ocurriría si las mujeres usasen las denuncias anónimas de agresión sexual como arma arrojadiza para neutralizar y cancelar a los hombres que no las han tratado como ellas querían? ¿Y si se inventasen cosas para borrarlos? Estas complejas preguntas, alrededor de cuyo fuego podrían asar malvaviscos decenas de boy y girl scouts en infinitas (y ojalá fructíferas) conversaciones nocturnas, es el eje que articula Bad Hombre (Random House), la última y más irreverente novela de Pola Oloixarac. «El gran acontecimiento de la nueva narrativa argentina», según la describió Ricardo Piglia, investigó para este proyecto (en el que, en realidad, aborda varios casos reales) sobre la creciente cultura de la cancelación de los machos y cómo esa victoria mediática feminista puede albergar una agenda oculta que, en realidad, va en detrimento de todo el movimiento por la igualdad de las mujeres.
Ver mas
LENGUA: Se habla de ti como una mujer cómoda en el combate y en la polémica, ¿te reconoces en estos términos?
Pola Oloixarac: Bueno, desde que se publicó mi primer libro, Las teorías salvajes, los temas que he tratado siempre han estado en el medio de distintos miasmas. Me parece que es porque los libros que yo hago, las discusiones que a mí me interesan, tienen que ver con los movimientos tectónicos de la cultura. Entonces, no me parece raro que me describan así. Te diría que justamente es porque hay una respuesta volcánica. Así es como siento que encontré la lava. O sea, me parece que si el combate existe es porque evidentemente hay una guerra subterránea. Ahora bien, yo simplemente señalo. No creo que sean las cualidades de mi escudo y mi armamento las que estén generando una guerra, sino todo lo contrario. Creo que encuentro esa guerra subterránea que ya existe, de la que se habla en secreto, y lo que hago es escribir al respecto. En realidad, me siento más como una cronista de la guerra que como una polemista en sí.
LENGUA: ¿Fue la cancelación que sufriste por no participar de una acusación pública el origen de Bad hombre?
Pola Oloixarac: Bueno, un poco. O sea, fue interesante porque en realidad me había pasado otra cosa antes (la cuento en el último capítulo del libro): llegaron unas personas a decirme que yo conocía a un violador en serie, pero que no me podían dar pruebas, ni contarme nada de lo que había sucedido… Por aquel entonces yo ni siquiera sabía lo que era cancelación. Te estoy hablando de principios de 2017. Fue una situación que involucró a un montón de gente. Es decir, no fue una labor aislada de dos personas. Había realmente un consenso en, digamos, esta construcción. Por eso me pareció tan shockeante. Luego, meses después, me ocurrió esta otra situación y pensé que realmente cualquiera puede verse atrapado dentro de un párrafo de una novela que narra otra persona, convertido en el villano. No es fácil defenderte porque, como personaje, tú ya estás adentro de ese párrafo. Es un problema metaliterario. ¿Cómo haces para demostrar que ese párrafo que dice una verdad sobre ti en realidad está mintiendo? Es precisamente ese problema tan metaliterario el que me hizo decidirme a escribir el libro sí o sí. Yo ya venía tomando notas, pero no sabía muy bien hacia donde iba. Pensé que lo que había pasado en San Francisco iba a ser una historia aislada… y de pronto me di cuenta de que no, de que había otra cosa, de que había algo de lo que no se podía hablar, que era un secreto, como el que contenían estos personajes, estos bad hombres a los que uno no se podía acercar.
«Realmente cualquiera puede verse atrapado dentro de un párrafo de una novela que narra otra persona, convertido en el villano (...). ¿Cómo haces para demostrar que ese párrafo que dice una verdad sobre ti en realidad está mintiendo?».
LENGUA: ¿Por qué elegiste el término trumpista bad hombre para el título y para referirte a estos personajes?
Pola Oloixarac: Cuando empecé a escribir era un término nuevo. Me acuerdo de que la primera vez que lo escuché, busqué en Twitter todos los mensajes en los que se mencionaban a los bad hombres. Lo usaba Trump para definir a estos individuos que estaban penetrando la frontera de Estados Unidos sin su consentimiento, que eran peligrosos y debían ser extirpados. A la vez, coincide, digamos demográficamente, con el latin lover, con el macho latino, con el seductor, con el galán, un ser humano que las feministas woke radicales asentadas en Estados Unidos también ponen en discusión, marcándolo como un individuo tóxico, como el mal, como el pasado. Me pareció interesante que dos guerras culturales que no tenían nada que ver confluyeran en el mismo sujeto. Fue un poco mi muso.
LENGUA: En resumen, ¿el hombre latino es malo tanto para la ultraderecha como para la ultraizquierda americanas?
Pola Oloixarac: No, no… A ver, bueno, lo que pasa es que Trump luego hace un trabajo muy, digamos, exitoso, en interpelar a esos latinos, pero como norteamericanos no como latinos, ¿entendés? Entonces, vos sos de origen latino, pero no importa cuál es tu origen, lo que importa es el futuro: vos te percibes americano, tienes tus papeles americanos y por eso puedes votar. Los bad hombres no pueden votar, no tienen papeles. Los latinos estadounidenses nunca se terminaron de identificar con la racialización paternalista que hizo de ellos el partido demócrata. Esa manera hiperracializada de concebir la sociedad no es útil para nadie. Si vos sos un latino, tan solo te sirve para asumir que tenés un rol de ciudadano de segunda o de tercera, eso es todo. Y para tener algún tipo de prebenda y que la gente te pregunte con una carita como más dulce. No es realmente digno hablar así. Por ejemplo, es como si a mí, como escritora, en lugar de preguntarme por la relación de mi novela con algo me preguntan por cómo me siento como persona de color… No fui criada de esa manera racista. Ellos, como tienen décadas de este tipo de adoctrinamiento racializado, ven el mundo con esos lentes… pero tú cruzas la frontera de Estados Unidos y dejas de ser una persona de color.

Pola Oloixarac en una imagen de 2021. Crédito: Denise Giovaneli.
LENGUA: A lo largo de la escritura de este libro se percibe un gran trabajo de campo en la investigación. Te has reunido con muchísimas mujeres, ¿has identificado algún nexo común entre ellas?
Pola Oloixarac: Me interesó que la mayoría eran mujeres cultas, que tenían que ver con el mundo de la escritura, el periodismo, o carreras académicas. Con esto quiero señalar que tenían una relación muy intensa con el discurso. Eso es lo que creo que tenían todas en común. Y es interesante, porque cancelar a alguien quizás es como hacer una novela de otra manera, escribir la vida de otra persona y atraparla dentro de un párrafo sin tener que hacerlo en forma de libro, sino escribiéndolo en las redes sociales y dejando al personaje atrapado ahí. Lo interesante es que lo que typeas tiene consecuencias directas en el mundo real. Por ejemplo, uno de los bad hombres de mi libro, el macho peronista, no volvió a conseguir trabajo nunca más. Quedó afuera del sistema.
LENGUA: ¿Existen las cancelaciones definitivas? A Trump lo han denunciado en varias ocasiones y ahí sigue…
Pola Oloixarac: Bueno, depende mucho de la persona. Por ejemplo, a Junot Díaz lo cancelaron y eso repercutió en una depresión de la que él no se pudo recuperar aún. Recién ahora me contaron que está empezando a volver a escribir, pero son años de algo que lo marcó muchísimo. Es curioso: los que peor se recuperan son las personas consideradas personas de color. Louis C. K. fue cancelado, pero luego volvió y lo hizo para hablar de la cancelación. En fin, creo que depende de las personas. Lorraine, el académico francés que aparece en Bad hombre, sigue con una deuda de 50.000 euros. Después del proceso pudo reincorporarse a la universidad, pero mantiene la deuda y ahora está en un juicio. No sé, para cada uno es diferente. No sé cómo será la situación de Íñigo Errejón porque me parece que su caso es diferente de los bad hombres, porque estamos hablando de un hombre que era una especie de sacerdote del feminismo y lo que en realidad la gente nota es que su práctica no coincide con sus palabras. El problema es la hipocresía más que una relación que no funcionó. El problema es otro, digamos. Como si vos elegís un representante que va a encarnar ciertos valores que te importan y luego te das cuenta de que esos valores no significan nada para él. Evidentemente esa persona no es un buen representante y listo.
LENGUA: ¿Por qué crees que muchas de estas denuncias vienen avaladas por el anonimato?
Pola Oloixarac: Por un lado yo veo cómo ahora, por ejemplo, en el Instagram de Cristina Fallarás hay muchísimas mujeres que quieren contar sus historias, sin nombrar a nadie. Eso no sé cuán cancelatorio me parece. Yo lo veo más como un taller literario del trauma: hablemos de esto, queremos compartir, sacarlo a la luz. En el libro lo que yo estudio es cómo funciona la otra dinámica, la de una mujer que se dice a sí misma víctima, que señala a un agresor y que cuando lo hace la vida de ese hombre cambia. Está, además, eligiendo no ir a la justicia (ninguno de los casos que yo analizo están basados en denuncias policiales). Son mujeres que creen que la justicia en realidad no funciona, por lo que deciden ir por este otro medio, por esta justicia alternativa que existe en las redes sociales, porque consideran que tienen que proteger a otras mujeres y señalar a esta persona. Yo analizo esa dinámica que tiene que ver con cancelaciones que ocurrieron en todo el mundo, a través de casos en San Francisco, en París, en Iowa, en Buenos Aires.
«Estoy tratando de entender qué pasa cuando usas una causa tan importante que nos deja a todos sin habla. "Hermana, yo te creo". Por supuesto que te creo, ¿entendés? Me interesa ese chantaje moral que te permite usar una causa fundamental para, en realidad, avanzar otra agenda».
LENGUA: ¿Crees que hay alguna razón por la que muchas mujeres deciden no acudir a cauces legales para hacer sus denuncias?
Pola Oloixarac: Pongamos el ejemplo de una chica que quiere que yo le ayude a hacer un escrache en Facebook «porque él me contagió herpes a propósito». A mí me parecía que a ella no le convenía hacer esa denuncia por ese medio: cualquier cosa que pones en Facebook se convierte en tu personalidad, y se generaban un montón de preguntas que no le convenían, como, por ejemplo, por qué eligió no cuidarse. No es que ella está diciendo que la forzase a no usar un preservativo. Ella está alegando algo que difícilmente podría haberse convertido en una denuncia policial. Otro ejemplo: cuando vienen a decirme que el bad hombre de San Francisco es un violador serial, yo me preocupo, y digo, ¿qué vamos a hacer? ¿Dónde está la denuncia? ¿Cómo están las personas? Me dijeron que no había ninguna denuncia, que nunca nadie lo había denunciado. Alegaban que había que proteger a las víctimas, pero yo no encontré a ninguna víctima, porque cuando me acerqué a la persona que estuvo en contacto con la víctima me dijo que la víctima no se consideraba como tal. Para ella no había sido una violación, «pero yo sé que en realidad sí hubo una violación porque estaba borracha», alegó. Y la supuesta violada estaba enojada con esta otra persona que tiene su propia definición de lo que es una violación y que defiende que él es un violador. La misma historia te cuenta por qué no se involucra a la policía: es como si la sociedad dijera que su rol es encontrar culpables con sus nuevos criterios y su imperativo moral de defender a las mujeres. Este cóctel de querer defender la causa de las mujeres sin necesidad de pruebas genera situaciones bizarras que se prolongan durante durar años, como le pasa a este a este caso que yo estudio, que ha recibido un vacío social.
LENGUA: ¿Estamos hablando de una crisis de subjetividad de conceptos, o sea, de qué es violación o qué es agresión?
Pola Oloixarac: Yo lo veo de otra manera. Creo que somos seres humanos, tenemos agendas personales y utilizamos el feminismo como una pancarta virtuosa y estupenda y como una coartada para que no se vean estas agendas personales que pueden tener que ver con motivos racistas o pueden tener que ver con motivos carreristas (como sacar a alguien del medio porque no puedes competir con él), o tienen que ver con que te rompieron el corazón (y es perfectamente válido querer vengarte porque te rompieron el corazón). Estoy tratando de entender qué pasa cuando usas una causa tan importante que nos deja a todos sin habla. «Hermana, yo te creo». Por supuesto que te creo, ¿entendés? Me interesa ese chantaje moral que te permite usar una causa fundamental para, en realidad, avanzar otra agenda.

Pola Oloixarac en una imagen de 2020. Crédito: cortesía de Random House.
LENGUA: ¿Opinas que el feminismo se ha convertido en un cascarón vacío al servicio de la izquierda?
Pola Oloixarac: Yo creo que la izquierda hizo una cooptación de un tipo de feminismo radical woke, que toma características bastante antipáticas, como decirte cómo tienes que hacer las cosas, con una posición muy prescriptora, muy de arriba hacia abajo, y que en un punto tiene que ver con que hay gente que está iluminada, que está de este lado y luego está el pasado, los neandertales, los que los que no son iluminados. La forma en la que la izquierda utiliza el feminismo también es siempre en contra de otras mujeres porque dicen «no, tú no eres feminista si no eres de mi partido», en lugar de pensar que el feminismo es una causa transversal y que está al servicio de todas. En el momento en el que eso pasa, el feminismo se convierte en un arma política. Si los partidos lo usan en su provecho, ¿por qué no lo van a hacer también algunos civiles o algunas mujeres? Yo las entiendo en su sed de venganza, me parece muy interesante estudiar ese fenómeno. Quiero poder meterme ahí adentro, o sea, no me quiero quedar con la fachada y el estandarte virtuoso de que lo estamos haciendo por el feminismo, porque estamos usando el feminismo para otra cosa que no tiene que ver con defender a las mujeres.
LENGUA: ¿Y la derecha para que usa el feminismo?
Pola Oloixarac: Bueno, la derecha para mí tiene un problema porque se queda como en esta posición muy tonta de renunciar a la causa de las mujeres porque asume que el feminismo es este pequeño feminismo radical woke encarnado por la izquierda (eso ya es un error garrafal, porque el feminismo tiene muchísimas formas y es tan diverso como tantas mujeres hay en el mundo). Renuncian al feminismo porque es de la izquierda, lo cual es también una tontería porque si tú estás a favor de la igualdad y los derechos y, de hecho, te eligen para que vayas a representar algo, ¿cómo no vas a ser feminista? ¿Cómo no vas a querer ayudar a todas las mujeres? Entiende mal el problema y se pone en una posición reactiva en relación a la izquierda. No crean su propia posición feminista, por ejemplo, y perfectamente lo podría hacer.
«La derecha asume que el feminismo es este pequeño feminismo radical woke encarnado por la izquierda (...) Entiende mal el problema y se pone en una posición reactiva en relación a la izquierda. No crean su propia posición feminista, por ejemplo, y perfectamente lo podría hacer».
LENGUA: Y en toda esta historia del feminismo y de la cancelación, ¿dónde está el hombre que se revisa, que entiende lo que decimos y analiza su propio comportamiento?
Pola Oloixarac: Una de las cosas que me pasó en la promoción de este libro es que distintos hombres me dijeron «qué bueno que lo escribiste, porque yo quería escribir sobre esto, pero me he dado cuenta que no podía hacerlo». Muchos hombres se han sentido muy interpelados por el feminismo, porque habla de cosas que a ellos les afectan horriblemente, como las expectativas machistas sobre los propios hombres: un deseo por el que siempre tienen que estar listos para proveer un semen, una erección… y si no lo hacen terminan siendo poco hombres. Me parece que ellos viven ese tipo de presiones y que el feminismo trae esto como un tema. Creo que lo grave es que se masifique la idea de que todos los hombres son violadores en potencia. Decirle esto a un chico joven es desubicarlo totalmente, es quitarle agencia sobre su propio cuerpo, sus decisiones, sobre lo que hace con su propio deseo. Es hasta borrarle el deseo, porque es como decirle que tiene una pulsión de andar violando. Esto es casi asumir que los hombres son criminales en potencia. Como si hubiera un pecado original que tiene que ver con los hombres y que tiene que ver con la violación. Me parece una idea muy perversa que estaría bien revisar. Yo escribo este libro porque me interesa mejorar el feminismo lo más posible, y creo que la manera de hacerlo es criticando y pensando en distintas cosas, y una de las cosas que me parece que vamos a ir revisando entre todas es este tipo de idea importada de Estados Unidos de este feminismo woke.
LENGUA: ¿Crees que hay una mayor polarización de géneros que nunca en la historia?
Pola Oloixarac: Sí, y me parece muy grave eso. Creo que que las mujeres estamos cada vez más liberadas, más empoderadas, con una agenda mucho más progresista y, por otro lado, los hombres están cada vez más reaccionarios. Hay muchas encuestas que revelan esto. Y me parece que es problemático que se generen cámaras de eco de los sexos, donde las mujeres solamente hablan de temas con otras mujeres y los hombres solo hablan de sus temas entre ellos. Me parece como todo lo contrario a lo que un buen feminismo quiere buscar, que es armonizar las relaciones entre todos y que nos entendamos mejor. Digamos cómo es mi deseo y cómo es el tuyo, no asumamos construir ese deseo violador en un hombre.
OTROS CONTENIDOS DE INTERÉS:
Virginia Feito: «El machismo de la época victoriana parece una parodia de sí mismo»
«La vegetariana», de Han Kang: la metamorfosis radical de una mujer cualquiera
El amor (y la guerra) según Anne Michaels: «Lo que más enfurece a un tirano es la esperanza»
Margaret Atwood por Laura Fernández: la Reina de la Altísima Literatura Especulativa