En 2015, la Universidad de Columbia Británica suspendió de sus funciones a Steven Galloway, jefe del Departamento de Escritura Creativa, por presuntas agresiones de índole sexual. La institución anunció en medios de ámbito nacional que se habían presentado varias quejas contra él, a pesar de que todavía no se habían investigado. La sociedad se llevó la impresión de que Galloway era un peligroso violador. Tras las pesquisas judiciales, que se prolongaron durante meses, la jueza dictaminó que no había habido ninguna agresión sexual, pero Galloway fue despedido de todos modos. Todo el mundo se sorprendió, también Margaret Atwood, quien firmó una carta abierta en la que se pedía que se depurasen responsabilidades por la manera en la que se habían gestionado las acusaciones contra el docente. Aquella misiva la colocó bajo el foco de la polémica («según parece, soy una misógina que justifica a los violadores y una Mala Feminista que les ha declarado la guerra a las mujeres»), situación a la que respondió con el artículo que reproducimos a continuación (su título es, precisamente, «¿Soy una mala feminista?»). El texto, publicado originalmente en 2018, vuelve a estar en boga por su reciente inclusión en «Cuestiones candentes» (edita Salamandra, a la venta desde el 16 de marzo), una lucidísima colección de ensayos que reflexionan sobre temas como la deuda pública, la naturaleza de la ciencia ficción, la crisis climática y, por supuesto, el feminismo.