Cómo enseñar a nuestros hijos a poner límites
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Cómo enseñar a nuestros hijos a poner límites

¿Cuántas veces hemos oído eso de «Esto se hace así porque lo digo yo»? 

Poner límites no es una cuestión para demostrar autoridad, sino para aportar seguridad, por eso es necesario que estos límites sean comprendidos, tengan una razón y una explicación que el niño o niña pueda comprender. 

Hoy Alejandra Melús nos cuenta qué tipo de límites existen y cómo ponerlos en práctica. 

ALEJANDRA MELÚS

Experta en Atención Temprana y primera infancia

@melusalejandra

A veces confundimos respeto con sumisión, y estos conceptos generan tanta controversia que es necesario aclararlos y diferenciarlos para poder comprenderlos. 

Actuar desde el respeto, es comprender las normas y llevarlas a cabo desde la tolerancia, la consciencia, el conocimiento y el entendimiento, teniendo en consideración al otro y comprendiendo que no sólo existo yo y mis circunstancias.

Actuar desde la sumisión es cumplir las normas sin poder opinar de ellas, sin que se tenga en cuenta la opinión del que se somete, imponiendo una norma que debe ser acatada sin cuestionarse, con resignación y obediencia.

Y esto es importante que se entienda adecuadamente, antes de hablar de cómo podemos enseñar a nuestros niños y niñas a poner límites y a llevarlos a cabo.

Antes de contarte qué tipos de límites hay y por qué es necesario ponerlos en práctica, te dejo tres de mis libros favoritos que ayudan a poner en práctica los límites de forma respetuosa. 

«Sí es sí, no es no, y siempre lo decido yo», de Megan Madison y Jessica Ralli

Un cuento que nos habla sobre consentimiento, sobre la importancia de aprender a poner límites. Y es que si no enseñamos a los niños y a las niñas a hacerlo desde que son pequeños, dando valor a sus emociones, valores y sentimientos, cuando sean adultos quizás ya sea tarde o al menos más costoso hacerlo. Incluye ejemplos, temas que nos pueden ayudar a iniciar conversaciones necesarias con nuestros hijos y mucho más.

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Sí es sí, no es no, y siempre lo decido yo

Megan Madison

Jessica Ralli

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Tu primera conversación sobre el consentimiento.

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«¡(No) quiero ir al cole!», de Daniel López Ortega

Un cuento del profe Danny ideal para hablar con nuestros niños del momento previo a ir al cole. Puede venirnos genial tanto a la vuelta de unas vacaciones, como después de estar unos días malitos o el domingo antes de iniciar de nuevo la semana, ya que este cuento habla de las ideas que tenemos del cole antes de ir, que luego puede que se cumplan o no, pero a veces son más nuestros pensamientos que la realidad.

Y ante todo, cuán de importante es saber expresar nuestras emociones y decir aquello que nos preocupa, que queremos o no, permitiéndolo salir, acompañándolos, sin juicios.

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¡(No) quiero ir al cole!

Daniel López Ortega

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Un cuento para preparar y acompañar a los niños en ese momento tan especial: el inicio del cole.

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«De mayor quiero ser... feliz. ¿Qué hago con mis emociones?», de Anna Morató

Anna Morató tiene el don de abordar la gestión emocional a través de sus cuentos con una cercanía brutal hacia la infancia, es decir, su mensaje conecta muy bien con la compresión y la mirada de los niños y las niñas, y esto hace que todos sus títulos sean únicos y esenciales. Podemos descubrir que en varios de ellos habla del tema de los límites, de cómo aceptarlos, pero también de cómo marcarlos, aprender a decir que no, ser asertivo y empático al mismo tiempo.

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De mayor quiero ser... feliz. ¿Qué hago con mis emociones?

Anna Morató García

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El nuevo e imprescindible cuento de Anna Morató sobre la gestión de las emociones, autora de De mayor quiero ser... feliz.

Un libro ideal para que adultos y pequeños a partir de 6 años aprendan y ...

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¿Por qué son necesarios los límites en nuestras vidas?

Los límites están en nuestras vidas para marcarnos las normas a seguir, aquello que está o no permitido, lo que puede suponer un peligro o un riesgo para nuestra salud o nuestra vida o por ejemplo, el cumplimiento de una ley, es decir, los límites están para proporcionarnos seguridad y son necesarios para poder convivir en sociedad. Todos necesitamos conocer dónde está el límite de lo permitido o lo prohibido. 

Para que un niño comprenda que los límites son necesarios y parte de su vida, es imprescindible que el adulto que los pone, comprenda que los límites se deben marcar con respeto, amabilidad y consenso. 

La imposición y la prohibición sólo nos llevan a la rebelión, es decir, cuando educamos desde la cercanía, la empatía, la amabilidad y a la vez, la firmeza, es más sencillo comprender que el límite está ahí para aportar y ayudarnos, y no como un enemigo o un castigo.

Si como adultos deseamos que las normas se lleven a cabo, una buena idea siempre es predicar con el ejemplo previamente nosotros, haciendo que nuestros hijos e hijas puedan imitar nuestra conducta. 

De nada sirve explicarles que no se debe gritar si nosotros luego lo hacemos de manera continua, o decirles que a la hora de comer no vemos ninguna pantalla si nosotros tenemos el teléfono móvil sobre la mesa.

Tipos de límites

Se trata de crear hábitos y rutinas adecuadas para todos, donde los límites sean establecidos de manera consensuada, teniendo en cuenta que existen dos tipos de límites:

• Límites incuestionables. Son aquellos que suponen un riesgo para la salud o la vida, como por ejemplo: no cruzar la carretera solo, no abrir la ventana, no beber jabón, tomarse una medicina para ponerse bien… Y estos son límites que debemos poner y llevar a cabo sin ninguna duda.

• Límites negociables. Los que pueden consensuarse en familia, como por ejemplo: qué ropa nos vamos a poner para ir a la calle, qué vamos a desayunar, si toca baño o ducha… Todos ellos son límites o normas que podemos hablar, discutir y consensuar, escuchando las necesidades y preferencias de cada uno y permitiendo que haya un acuerdo dialogado.

¿Qué le aporta a un niño aprender a poner límites a los demás?

El niño no solo debe aprender a aceptar los límites, sino que también debe aprender a ponerlos, ya que por el simple hecho de ser niño no debemos suponer que él o ella no puedan marcar los suyos propios, sino que hay que comprender que cualquier ser humano, desde el momento en que empieza a comunicarse con su entorno, también tiene sus derechos, necesidades, preferencias y gustos.

Enseñar a un niño a decir aquello que quiere o no, lo que le gusta, lo que necesita o lo que no, desde el respeto y la amabilidad, es imprescindible.

Un niño por ser niño no debe aceptar lo que el adulto marque sin cuestionárselo, ya que aunque a veces a los adultos este cuestionamiento del niño nos pueda resultar incómodo, es esencial y necesario para su crecimiento personal y su vida, tanto en la infancia como en la vida adulta, aprender a decir «no», a no conformarse y aceptar todo aquello que los demás esperan de él, ya que debe aprender a marcar sus límites y sus derechos.

Un niño que aprende a decir «no» y que expresa sus límites, será un adulto seguro de sí mismo, con autoestima alta, una salud mental sana, y un autoconcepto adecuado.

¿Qué nos proporcionan los límites?

• Seguridad emocional y física. Al poner límites nos protegemos de los demás y del entorno, tanto física como emocionalmente, aspectos fundamentales para la salud.

• Respeto. Aprender a respetarnos y a respetar a los demás, poniendo en valor la importancia de dar relevancia a nuestros valores y a los de nuestro entorno.

• Pensamiento crítico. Un niño que aprende a tener su propio criterio y siente que es respetado, aprender a actuar desde su perspectiva, defendiendo su opinión y cuestionándose las cosas.

• Autocuidado. Cuidarse es poner límites sobre aquello que nos hiere, no nos gusta o atenta contra nuestros valores o derechos. Cuidarse es saberse priorizar, decir no o expresar aquello que necesitamos, con asertividad y respeto, pero también valorando nuestras necesidades respecto a las de los demás.

• Tener en cuenta nuestros valores. Es esencial que hagamos un ejercicio de autodescubrimiento, que nos dediquemos tiempo, que enseñemos a nuestros hijos e hijas a escucharse y expresar aquello que les hace sentir bien, aquello que no les gusta, les incomoda, les hace sentir vulnerables…

• Autoestima. Poner límites es aprender a sentirse seguros, expresar lo que uno necesita sin miedo al rechazo, afianzando nuestra autoconcepto.

• No buscar la aprobación de los demás. Muchas veces no podremos agradar a los demás. En ocasiones no ponemos un límite por miedo al conflicto o el enfrentamiento, pero aprender a ponerlo es importante para forjar relaciones sanas.

• Relaciones sanas. Aprender a respetar a los demás y a ser respetados es lo que nos hará crear relaciones sanas.

• Aprender a decir no. Es esencial para la vida saber decir no con respeto, empatía y amabilidad, pero marcando nuestros límites y poniendo en relieve nuestras necesidades sin miedo al rechazo o al conflicto.

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