¿Quién o qué es la señora Laura Fernández más o menos exactamente?
Apenas dos años después de aquel exitazo editorial titulado «La señora Potter no es exactamente Santa Claus» (Random House, 2021), Laura Fernández está de vuelta con su primer libro de relatos, «Damas, caballeros y planetas», un título cuyo manuscrito pasó hace tiempo por las manos de Rodrigo Fresán. El escritor argentino, amigo y admirador de Fernández, quedó maravillado con aquella compilación de cuentos de otro planeta. Tanto que decidió acompañar a la autora en la puesta de largo del libro, presentación que tuvo lugar el sábado 7 de octubre de 2023 en la librería Finestres de Barcelona, y leer el texto que aquí reproducimos a continuación, una oda a la obra de una escritora tan genial como original.
Por Rodrigo Fresán
Laura Fernández. Crédito: Noemí Elias.
UNO / Laura Fernández es original. Laura Fernández es un original.
DOS / Los único que no es original en la vida y obra de Laura Fernández es su apellido. Fernández. Seguro que lo oyeron antes. Muchas veces. Acaso demasiadas. Aunque, tal vez, ahora que lo pienso, la poca originalidad de ese apellido sea, paradójicamente, otro rasgo inequívoco de la originalidad de Laura Fernández. Es decir: si el apellido de Laura Fernández fuese el de alguno de sus muchos personajes (y los nombres y apellidos de los personajes de Laura Fernández, así como los de lugares por lo que se mueven o se aquietan, son muy originales), de algún modo, sería una escritora un poco peor de lo muy buena escritora que es Laura Fernández.
TRES / Laura Fernández es genial. Genial de relativo al genio pero también -según la RAE, ese organismo a veces un tanto laurafernandeziano y que nos urge a escribir blue jean todo junto y sin e y con y- genial en su segunda acepción. Es decir, Laura Fernández es «oportuna, original, divertida».
Pues eso.
CUATRO / Laura Fernández es también -como se dice en inglés- a glitch in the system. Es decir: una aberración o un desperfecto o una falla en el sistema. En el sistema literario español de España, quiero decir (y Laura Fernández habla un poco de eso en la nota de salida de este libro que hoy presentamos, donde la palabra España aparece varias veces y, al leerla, yo no podía sino oír sonando exactamente igual a cómo sale de boca y entre dientecitos roedores de Don José María Aznar). Y ya que estamos en países: yo soy argentino, yo soy escritor nacido en Argentina. Ser escritor es una de las pocas formas seguras y dignas de ser argentino, pienso. Y Argentina es ese lugar donde los libros no con cuentos sino de cuentos (que no es lo mismo) no son una rareza aunque traten con y se traten de cuentos extraños. Y algo me dice que Laura Fernández sería (seguramente ya lo es o lo fue o podría haberlo sido) más y mejor entendida y apreciada ya desde hace tiempo en un lugar en el que Borges y Cortázar y Bioy Casares no son considerados escritores fantásticos sino, simplemente, fantásticos escritores. Como Laura Fernández. Entonces -valiéndonos de maniobras meta-paranoides dignas de Kurt Vonnegut y Philip K. Dick- por qué no invertir los términos y pensar, al menos por lo que dure esta presentación o la lectura de este libro, en que en verdad buena parte de la escena literaria española es un desperfecto en el perfecto sistema de Laura Fernández.
Genial y original
CINCO / Pero seamos más humildes y generosos y mejor pensemos que Laura Fernández no está sola aquí o allí. Ahí estuvieron y están y seguirán estando Gómez de la Serna, Vila-Matas, Orejudo, Tomeo, Mendoza, Calvo y al fondo y al principio y en el futuro, por supuesto, Cervantes. Y seguro que me olvido de alguien, de varios, y disculpas sin culpa. En cualquier caso, todos gente rara escribiendo -como Laura Fernández- acerca de lo que para ellos es perfectamente normal y realista y más que posible por el simple hecho de que, si no lo es, entonces debería serlo porque sus vidas y la visión de sus vidas son exactamente así. En este sentido, Laura Fernández es una autora de eso que se llama auto-ficción (en el mejor sentido de la palabra) sólo que en su caso, por ser tan personal y única y original y genial, lo de Laura Fernández es auto-ciencia-ficción. Y es de una inteligencia natural y nada artificial. Y su reino -no redondo pero sí anguloso- no es de este mundo, aunque esté aquí y allá y en todas partes y all over the place y a través del universo.
Laura Fernández. Crédito: Noemí Elias.
SEIS / Y ahora y hoy estamos aquí para anunciar y visitar a Damas, caballeros y planetas con ese título mitad de circo y mitad de descontrolada torre de control y lanzadera hacia el infinito y más allá. Hacia Rethrick y sus lunáticas lunas. Qué suerte. Qué buena suerte. Yo ya fui y ya llegué y ya volví. Yo leí por primera vez todo esto en forma de manuscrito (aunque en su momento Laura Fernández no me haya creído cuando le dije que lo leí). Y, recibido el objeto libro, volví no a leerlo sino a releerlo (que es, según Nabokov, uno de los más geniales y originales y divertidos y oportunos, el modo en que de verdad se lee). No del todo, no de nuevo. Sino -como se hace con los más respetables arcanos- abriéndolo al azar, enhebrando fragmentos satelitales y desorbitados, armando así un nuevo texto en el que todo parecía encajar. Después volví, como si se tratase de otro relato más, a leer por orden todas las introducciones/instrucciones biblio/autobiográficas donde Laura Fernández da cuenta y se da cuenta y recuenta la vida de la creadora y de sus criaturas. Ese de dónde viene y a dónde van. Y no pude sino entender y apreciar y admirar aún más a Laura Fernández porque, sí, ahí y de pronto, por fin, Laura Fernández se me reveló como lo que siempre fue, lo que mejor es, exactamente y, parafraseando ese epígrafe de F. S. Fitzgerald en Damas, caballeros y planetas, no siendo exactamente una persona. Sí: Laura Fernández es, exactamente, el mejor personaje de Laura Fernández.
Laura Fernández. Crédito: Noemí Elias.
SIETE / Lo que -dirimido y establecido lo anterior- nos lleva a no discutir aquí pero sí mencionar a cuestiones del tipo qué es más importante: ¿la trama o el estilo?, ¿el fondo o la forma?, ¿Yin o Yang? ¿Batman o Superman? Buenas noticias: no preocuparse por nada de eso aunque buena parte de las ficciones de Laura Fernández traten y se ocupen de las inconstantes constantes de lo más transgresor que existe hoy por hoy: el leer y escribir. Porque en Damas, caballeros y planetas Laura Fernández consigue acaso lo más difícil de todo: que la trama sea el estilo y que el estilo sea la trama. Y que -de algún modo, del mejor modo posible- Laura Fernández ya no nos parezca tan original porque se parece mucho y nada más y solamente a la muy original Laura Fernández. Digámoslo así: Laura Fernández no sólo tiene una imaginación desatada de escritora sino también -lo que es mucho más complejo de tener- una imaginación enlazadora de lectores. Damas, caballeros y planetas es -invocando ese lugar más que común de la crítica- la mejor puerta de entrada a Laurafernándezlandia. Pero, también, es la constatación de que, una vez dentro, esa puerta se cierra y, ya sin salida, qué alegría sentirán todos quedándose a vivir allí.
Y todos felices y paz y amor en el metaverso y klaatu barada nikto.
OCHO / Y todo esto que digo aquí, por suerte, ya no hace tanta falta que lo diga porque -aunque Laura Fernández siempre estuvo allí, ahí fuera, como la verdad de un expediente X- ya son muchos más lo que lo piensan desde hace dos octubres cuando aterrizó sobre nosotros un monolito titulado La señora Potter no es exactamente Santa Claus (sino Laura Fernández) e inauguró la Navidad más larga del mundo. Si este fuera un país más interesante de lo que es, alguno de esos emprendedores urbanísticos-turisticoides ya tendría los mapas azules para un parque temático de Kimberly Clark Weymouth donde las nevadas fuesen eternas. Como no es así, ahí tienen esa novela a la que llegar por primera vez o a la que volver a ir todas las veces que sean necesarias (y son muchas).
Laura Fernández. Crédito: Noemí Elias.
NUEVE / Ya para ir terminando, diré aquí algo que -cada vez que lo decía- provocaba miradas de reproche y palabras de cómo-puedes-decir-esas-cosas y todo eso. Así que, finalmente, se lo hice decir a un personaje mío. Un personaje que no es muy agradable ni quería ni le preocupaba serlo. Para cosas así es que sirve la literatura... Pero aquí lo vuelvo a decir yo y ese algo es algo más personal. Y es esto: con el correr de los años y el caminar y en ocasiones arrastrarse de los libros, a un escritor (a mí) me cuesta cada vez más tener amigos que sean malos escritores. No se puede. Es difícil e incómodo y tarde o temprano... Esto último lo digo para decir que cada vez me siento más amigo de Laura Fernández porque Laura Fernández es cada vez mejor escritora y cada vez mejor persona y personaje (espero que ella sienta un poco lo mismo acerca de mí y si no es así no me preocupa... aunque sí me preocupe un poco). Y... eh... ah... uh... no existe eso de «sana envidia»: eso es un oxímoron. Pero sí existe lo de «admiración contagiosa». Yo aspiro a tenerla. Yo aspiré estas páginas de este libro y ya la tengo. Yo estoy aquí para contagiarlos.
También me gusta el que Laura Fernández sea menor (no literariamente, sí bío/cronológicamente) que yo. Laura Fernández tiende más de dos décadas menos vividas y escritas y, por lo tanto, a la fecha, por lo menos más de dos décadas más por vivir y escribir que yo. Lo que, si hay justicia y poética, me garantiza el seguir leyéndola hasta mi última página. Así que lo escribo con mayúsculas y cursivas y onomatopéyico y entre signos de admiración, como lo escribiría Laura Fernández: ¡OH, QUÉ FORMIDABLE QUE ES DAMAS, CABALLEROS Y PLANETAS Y QUÉ GENIAL Y QUÉ ORIGINAL QUE ES LAURA FERNÁNDEZZZ! Y -también en mayúsculas admirativas- ¡AH, PARA MI PRÓXIMO CUMPLEAÑOS QUIERO Y DESEO Y AMO (JI-JI-JI-JOU) UNA CAFETERA DE OTRO MUNDO VANDERBILT!
DIEZ / Ahora que lo pienso, Fernández debe ser un apellido genial y original y oportuno y divertido para cualquier habitante de Rethrick.
Rethrick: no ese mundo que perdimos sino este mundo que ganamos.
Allá van.
Bienvenidos a bordo.
Comienza la más progresiva de las cuentas regresivas.
Buen viaje.