La última novela de Isabel Allende , «Violeta», es la historia inspiradora y emotiva de una mujer cuya vida abarca los momentos históricos más relevantes del siglo XX. Desde su nacimiento en un tormentoso día de 1920 hasta la pandemia de coronavirus de 2020, la vida de la protagonista parece estar marcada por hechos extraordinarios, pues todavía se sienten los resquicios que ha dejado la Gran Guerra cuando la queja española llega a las orillas de su país sudamericano natal, casi en el momento exacto de su nacimiento.
Con una estructura de carta dirigida a su nieto Camilo, Violeta rememora devastadores desengaños amorosos y romances apasionados, momentos de pobreza y también de prosperidad, pérdidas terribles e inmensas alegrías.
Isabel Allende ha escrito una novela en la que la vida de su protagonista se ve profundamente moldeada por muchos de los grandes acontecimientos de la historia: no solo por las dos grandes pandemias, sino por la lucha por los derechos de la mujer, y el auge y caída de los grandes tiranos.
Desde Penguin Libros te recomendamos esta entrevista a Isabel Allende en la cual la autora nos habla de su madre, del duelo, del amor, y del impacto de los hechos históricos reales en la vida de las personas.
Violeta es la historia de un siglo y de una mujer cuya vida empieza y termina con una pandemia. ¿Por qué ese arco temporal?
Isabel Allende: El siglo XX fue un siglo fascinante y terrible, siglo de guerra, genocidios, bomba atómica, holocausto, y también gran progreso en áreas sociales, florecimiento del feminismo, desarrollo tecnológico y científico, etc. Violeta vive hasta los cien años. En su lecho de muerte, aislado por la pandemia, reflexiona, recuerda y le escribe a su nieto. Pensé que sería poético colocar su siglo entre las dos pandemias. Ahora que vivimos bajo el Covid-19, podemos imaginarnos fácilmente lo que fue la pandemia de influenza hace un siglo. Pasaron tantas cosas en estos años y aquí estamos, en el mismo lugar. ¿No es irónico?
Se intuye que hay elementos de la novela que están inspirados en acontecimientos de su historia familiar y, específicamente, en la vida de su madre.
Isabel Allende: Cuando murió mi madre, hace tres años, muchas personas me sugirieron que escribiera sobre su vida. No pude. Estaba demasiado cerca de ella, no tenía distancia ni perspectiva para verla como un personaje. No tuvo una vida excepcional, pero vivió casi un siglo, un siglo fascinante de grandes cambios para la humanidad; en su correspondencia conmigo, surgió la mayor parte. Mi madre era emprendedora, lúcida, visionaria, artista y muy fuerte, pero siempre estuvo, primero a su padre y después a su marido. La criaron para ser hija, esposa y madre. Nunca pudo estabilizarse sola y al no tener independencia económica, no pudo realizar sus talentos. Supongo que, al crear al personaje de Violeta, quise que fuera física, emocional e intelectualmente como mi madre, de la misma generación y clase social, pero con otro destino.
Ha hablado muchas veces de la hermosa relación que tenía con su madre. ¿Es cierto que se escribieron todos los días desde 1986 hasta que murió?
Isabel Allende: Me separaron de mi madre cuando tenía 16 años. Ella estaba en Turquía con mi padrastro, que era diplomático, y yo estaba en Chile en la casa de mi abuelo. Empezamos a escribirnos casi todos los dias. Las cartas tardaron semanas en llegarnos, pero no importaba, no era una conversación, era un monólogo compartido, ininterrumpido. Estuvimos separados la mayor parte de nuestras vidas y mantuvimos el hábito de la carta diaria. Guardé sus cartas y copias de la mayoría de las mías. Recientemente, mi hijo decidió archivar docenas de cajas con esa loca correspondencia. Calculo que tengo 24.000.